
Reino Unido corre el riesgo de sufrir la peor recesión económica desde la 'Gran Helada' ('Great Frost') de 1709. Parecía complicado igualar una recesión como la de aquella tragedia que dejó congelado al país entero de forma repentina. La 'Gran Hibernación' económica forzada por el covid-19 y la incertidumbre que aún genera la propia evolución la pandemia están cerca de llevar al país a la peor contracción que ha sufrido el PIB en esos 300 años, con dos guerras mundiales de por medio.
Los datos de actividad de mayo han quedado muy por debajo de lo esperado, con un leve crecimiento del 1,8%, frente al más del 5% que esperaba el consenso de los analistas. El PIB venía de caer un 19,1% de marzo a mayo respecto al período de diciembre a febrero. Esta rebote mínimo del PIB en mayo hace dudar a los analistas de la posibilidad de una recuperación en 'V', es decir, una recuperación tan brusca como lo abrupta que fue la contracción. Desde el banco de inversión japonés Nomura aseguran que la 'V' es de 'Very uncertain recovery' (recuperación muy incierta). No obstante, hay que decir en favor de la economía británica que en mayo la mayor parte de la economía estaba aún cerrada, mientras que en otras zonas de Europa, como Alemania, la reapertura estaba en marcha.
Aún así, las previsiones anuales no son nada halagüeñas para las islas. El producto interior bruto del Reino Unido podría caer entre un 10 y un 14,3% en 2020, en el peor escenario, lo que sería su mayor contracción en más de 300 años, según las previsiones publicadas esta semana por la Oficina de responsabilidad presupuestaria (OBR, en inglés), que supervisa las finanzas públicas.
Además, el déficit público se dispararía hasta el 21% del PIB en el peor escenario, permanecería por encima del 10% en 2021 y se mantendría cerca del 6% todavía en el año 2024, lo que sería el mayor desequilibrio de las cuentas públicas de un país europeo casi con toda seguridad. Lo cierto es que la soberanía monetaria del Reino Unido (el Banco de Inglaterra tiene el monopolio de la emisión de libras esterlinas) da gran margen al Gobierno para gastar todo lo que sea necesario, siempre corriente el riesgo de que la inflación se dispare, que el tipo de la libra caiga con fuerza o una combinación de ambas.
Pese a ese apoyo fiscal masivo, la OBR ha puesto sobre la mesa esa contracción del 14,3% en 2020, lo que ha desatado las comparaciones con la 'Gran Helada' de 1709, un fenómeno meteorológico que llevó a la economía a contraerse más de un 15%, según los datos que maneja el Banco de Inglaterra. Lo cierto es que en aquella época las fluctuaciones del PIB eran más bruscas, puesto que la producción (el PIB) era mucho más vulnerable a cualquier shock (dependencia casi extrema de la agricultura) de lo que es hoy. En 1709 la economía se contrajo un 13,36%.
La 'Gran Helada' de 1709 pilló al Reino Unido y a toda Europa con el pie cambiado. Inmerso en las habituales guerras entre tronos y sin un bagaje consolidado en previsión meteorológica, el continente recibió la noche del 5 de enero de ese año la primera puñalada del peor invierno registrado en 500 años. A las extremas temperaturas mínimas de esa madrugada les sucedieron un breve deshielo a finales de enero y un violento rebrote de frío que no cesó hasta mediados de marzo. Durante este período las temperaturas se situaron más de 7 ºC por debajo de la media de lo que es habitual en enero y febrero. La explicación siglos después ha reposado en la 'Pequeña Edad de Hielo' vivida entre los siglos XIV y XVIII y en una particular reducción de la radiación solar en esa época aunada a una inusual actividad de los volcanes del área continental. En esos tres meses se contabilizaron el equivalente a seis olas de frío.
El testimonio más directo que queda es el de William Derham, un clérigo y científico británico que esa citada noche del 5 de enero registró una mínima de -12 ºC en Upminster (Londres), un hito para la zona. "Creo que la helada fue mayor (si no más universal también) que cualquier otra en la memoria del hombre", dejó reflejado Derham en unos escritos en los que informa de un Támesis helado no solo en la parte menos profunda en la que algunos inviernos pasaban carruajes y se ponían puestos de feria, sino en su parte más caudolosa a su paso por Londres. En sus textos, Derham recoge diversos testimonios que hablan de viajeros muertos en los caminos, peces congelados en el agua, aves que caían en pleno vuelo, vacas muertas por congelación en sus establos y árboles frutales "congelados, deformados y mortificados como un cuerpo humano". Otras crónicas refieren anécdotas que van desde campanas reventadas por el frío hasta gorros de dormir tiesos en los cabeceros de las camas.
Las consecuencias directas de este particularmente duro invierno fueron rutas comerciales suspendidas, tráfico marítimo congelado, agricultura detenida, ganadería esquilmada y establecimientos y talleres cerrados con graves problemas de suministros. Los testigos de la época hablan también de cosechas marchitas, barriles de vino estallados y gente congelada hasta morir en sus casas. Un caldo de cultivo perfecto para hambrunas y enfermedades que lastró la economía europea y coadyuvó a encoger ese 13% la británica respecto al año anterior.
La 'Gran Helada' de 1709 dejó por toda Europa miles de muertos por congelación, cese de actividad, rutas comerciales suspendidas y problemas de suministro
Peor parte se llevó, no obstante, Francia, donde el frío impactó con mayor virulencia y la exposición bélica era aún mayor con la Guerra de Sucesión en España. En el país galo se eligió el nombre de 'Le Grand Hiver' ('El Gran Invierno') para describir ese infierno helado por el que se estima que murieron 600.000 personas ante una suplicante falta de alimentos y un aluvión de casos de pérdida de extremidades y dedos por congelación. París estuvo sin suministros durante meses y en las aguas mediterráneas de Marsella se llegó a ver el hielo.
Ante los paralelismos que se han trazado entre esta 'crisis invernal' y la actual por el coronavirus, los historiadores sostienen que el común denominador es la sensación de incertidumbre ante algo que se puede esperar pero que parece extremadamente remoto. De hecho, la del covid-19 se podría identificar más con otras pandemias o enfermedades de la Edad Media, si bien la comparativa económica puede presentar aquí más similitudes. Algunas voces académicas también han querido precisar que en esos tiempos el Reino Unido vivía un contexto de inestabilidad y convulsión bajo el reinado de Ana de Gran Bretaña: siete elecciones generales entre 1701 y 1706, unión de Inglaterra y Escocia en un solo reino en 1707 y numerosas protestas y disturbios por motivos políticos y religiosos que agravaron la situación económica. No pocos han querido trazar una línea paralela con la llegada del coronavirus en plena consumación del Brexit.