
Normalmente, cuando se analiza por qué los ciudadanos de un país disfrutan de una renta per cápita (el PIB dividido entre todos los ciudadanos) más elevada que otros, se tiende a buscar la explicación en las diferencias de productividad. Aunque son varios los factores que pueden hacer a un país más 'rico', se suele decir que la productividad es la base del crecimiento sostenible y del bienestar a largo plazo. Sin embargo, en el caso de Francia y Alemania no es la productividad la que marca la diferencia, sino la tasa de empleo. El buen funcionamiento del mercado laboral germano, respecto al francés, propicia que una mayor parte de la población esté involucrada de forma directa en el proceso productivo y, por tanto, generando bienes y servicios (PIB). Mientras tanto, la baja tasa de empleo en Francia es un problema que preocupa a la sociedad y al Gobierno desde hace tiempo, pero que no es sencillo corregir.
Muchas veces cuando se habla de productividad rápidamente asociamos la palabra con los alemanes y su economía. Sin embargo, la productividad por hora trabajada en términos absolutos es más alta en Francia, al igual que el PIB por persona empleada (la división del PIB entre los ciudadanos que trabajan). Esto quiere decir que en un mundo ficticio en el que Alemania y Francia solo estuvieran formadas por las personas que están trabajando, los franceses serían más ricos. Sin embargo, volviendo al mundo real, cuando se divide la producción entre toda la población, trabaje o no (PIB per cápita de toda la vida), el resultado es que cada alemán toca a 36.000 y cada francés francés a poco más de 33.200 euros (en España la renta per cápita es de 25.170 euros).
Según datos de la OCDE, los franceses producen el equivalente a 56,4 euros por cada hora de trabajo, mientras que los alemanes 54,8 euros. Como explica la propia OCDE, el PIB por hora trabajada es una medida de la productividad laboral que evalúa cómo de eficiente es la combinación del factor trabajo (empleados) con los otros factores de producción (capital, tecnología y tierra) que se utilizan en el proceso. Para ello, se divide el PIB entre todas horas trabajadas en el país. La relación entre la producción o PIB y las horas de trabajo depende en gran medida de la maquinaria usada, los insumos intermedios, los avances técnicos, organizativos, de eficiencia y las economías de escala. La cuestión es que Francia produce más, pero tiene a menos gente produciendo que Alemania respecto a la población total.
Patrick Arthus, economista del banco de inversión Natixis, explica en una nota que "es bien sabido que la baja tasa de empleo de Francia en relación con la de Alemania explica por qué la renta per cápita es significativamente más baja en Francia que en Alemania, a pesar del elevado nivel de productividad por empleado en Francia. Por lo tanto, elevar la tasa de empleo general de Francia es un objetivo legítimo de la política económica. Pero para lograrlo, los políticos deben saber qué explica la diferencia entre las tasas de empleo de Francia y Alemania".
La curiosa divergencia
A principios de los 2000, las tasas de empleo eran similares. Pero desde Alemania introdujo las reformas en el mercado laboral entre 2003 y 2005, que se combinaron con la descentralización de la negociación colectiva (cláusulas de descuelgue) que se introdujo durante los 90, las tasas de empleo comenzaron a diverger. En 2003 entraron en vigor las reformas Hartz I y Hartz II (bajo el gobierno del socialdemócrata Gerhard Schröder) que simplificaron la legislación laboral para las pequeñas empresas a la par que se introdujeron los polémicos minijobs (trabajos a tiempo parcial que no pueden superar los 450 euros al mes, pero que permiten a muchos jóvenes combinar empleo y estudios). A partir de ahí se fueron introduciendo nuevas versiones de estas reformas que recortaron la duración de las prestaciones por desempleo (para incentivar la búsqueda de trabajo), mientras que las políticas activas se hicieron mucho más eficientes centrándose en la empleabilidad del parado.
Mire por donde se mire (población en edad de trabajar, población total...), la tasa de empleo es más alta en Alemania (77% de la población en edad de trabajar tiene un empleo) que en Francia (65%). Sin embargo, la tasa de paro es del 8% en Francia y del 3,2% en Alemania, una diferencia de solo cinco puntos. La tasa de empleo es mucho más útil que la célebre tasa de paro, puesto que la primera mide directamente las personas que están trabajando respecto a la población total en edad de trabajar, no hace diferenciaciones entre población activa e inactiva. No hay lugar a error. Mientras que la tasa de paro crear confusión: si mucha gente abandona la población activa (personas que buscan trabajo de forma activa) porque cree que no va a encontrar un empleo, la tasa de paro puede caer y ofrecer un dato a priori positivo porque solo mide las personas desempleadas y que están buscando empleo de forma activa. Eso puede explicar por qué la diferencia entre la tasa de paro de Alemania y Francia es mucho más pequeña que la de la tasa de empleo.
El economista de Natixis calcula que la menor tasa de empleo en Francia es producto en un 55% de la menor población activa, es decir, personas que no están buscando empleo y no aparecen reflejadas en la tasa de paro, y un 45% se debe a una mayor tasa de paro; personas desempleadas que quieren trabajar y se mueven para hacerlo pero no lo consiguen.
Los más jóvenes en Francia
Analizando por grupos de edades la tasa de empleo, se puede ver que los grandes problemas para Francia (respecto a Alemania) están en los más jóvenes (15 a 24 años), donde la tasa es del 29% frente al 49,4% de Alemania, y en los mayores de 65, donde la tasa de empleo es del 3,4% frente al 8,1% de los alemanes.
Encontrar por qué la tasa de empleo es mucho más en Alemania es otra cuestión interesante pero que da para otro artículo y más. No obstante, la elevada diferencia entre los más jóvenes puede tener algunas explicaciones sencillas a primera vista. Primero, el porcentaje de jóvenes en Francia que completan la educación superior es cercano al 48%, frente al 33% de Alemania. Estos estudiantes podrían estar fuera del mercado laboral mientras que están haciendo sus carreras, másters, etc.
Por otro lado aparece la cuestión del salario mínimo, que suele ser citado como una 'barrera' para la entrada de los más jóvenes al mercado laboral, sobre todo cuando su cuantía es relativamente elevada. Según datos de la OCDE, el salario mínimo en Francia representa el 60% del salario mediano de la economía (el ratio más alto de Europa), mientras que en Alemania es el 46%.