Economía

La frontera irlandesa amenaza la negociación 'postbrexit'

  • Londres elude el establecimiento de la logística fronteriza
  • La UE descarta un pronto acuerdo por la falta de confianza
  • Peligra el pacto en materia de pesca, 'línea roja' de Bruselas
El primer ministro de Reino Unido, Boris Johnson. Reuters
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El Reino Unido y la UE despliegan esta jornada una impostada normalidad al fin de la primera ronda de conversaciones para definir su futura relación, pero la desconfianza ante el desapego británico en el cumplimiento del protocolo irlandés amenaza con hacer descarrilar un diálogo lastrado ya por la falta de tiempo y la profunda brecha que separa sus aspiraciones.

Las dos caras de Boris Johnson ante el compromiso recogido en el Acuerdo de Retirada, un tratado internacional con carácter vinculante, preocupa extremadamente en Bruselas y podría echar por tierra cualquier avance en las sesiones de los once grupos de trabajo constituidos para hallar un encaje sin precedentes en la historia del proyecto comunitario.

El conflicto se remonta a octubre, cuando el primer ministro británico había aceptado una frontera regulatoria de facto entre Irlanda y Gran Bretaña (Inglaterra, Gales y Escocia), una concesión considerada inasumible por su predecesora, Theresa May, pero que él se arregló para presentar como un triunfo. El problema es que, una vez materializada la salida el pasado 31 de enero, el Reino Unido semeja ahora indiferente ante las implicaciones de lo pactado y sigue insistiendo en que no habrá controles, ni formularios, ni carga burocrática, para el intercambio de bienes entre Gran Bretaña e Irlanda del Norte.

Esta displicencia implica que Londres sigue sin activar la más mínima cobertura, tanto física, como logística, para garantizar los procedimientos necesarios una vez la transición que rige este año llegue a su fin. Como consecuencia, los esfuerzos de más de 200 negociadores esta semana, así como los previstos a partir del 18 de marzo en la sesión que tendrá lugar en Londres, quedarían para el olvido en junio, si la UE constata que no puede fiarse del Reino Unido. Si este incumple un mandato legal aprobado tanto por el Parlamento británico, como por la Eurocámara, la negociación de pesca, o el deseo de divergir del marco regulatorio comunitario, parecerán el menor de los males.

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