Economía

La Casa Blanca ha trasladado a España su desagrado por la intención de activar el impuesto digital

  • EEUU eleva a la OCDE el debate del impuesto digital para aislar a Europa
Un ordenador conectado a redes sociales. EE
Bruselas/ Madridicon-related

Las grandes firmas tecnológicas del planeta son las empresas más valoradas en bolsa. Y, sin embargo, Google, Facebook y compañía pagan de media un 9,5% de impuestos frente al 23,2% de los negocios tradicionales, según la Comisión Europea, una desproporción que ha llevado a Europa a liderar durante casi tres años la batalla para que los gigantes de Internet contribuyan con lo que les corresponde a la sociedad.

El consenso existe entre las naciones más poderosas para que estos nuevos modelos de negocio, sin apenas presencia física en los países en los que generan enormes beneficios, aporten más a las haciendas nacionales.

Sin embargo, las diferencias sobre cómo llevar a la práctica este principio, sobre todo entre Europa y EEUU, dificultan unas negociaciones que la Casa Blanca ha llevado al ámbito multilateral, donde lograr acuerdos requiere plazos muy prolongados- para retrasar la puesta en marcha del futuro tributo lo máximo posible.

Así lo indican fuentes cercanas a estas negociaciones, quienes indican que, en este sentido, la aspiración estadounidense es la de aletargar con esta vía la tasa Google. Y es que aunque EEUU alega, como ha hecho en Francia, que el problema es que este impuesto atenta contra sus empresas, dichas fuentes indican que el temor real es que las grandes tecnológicas exijan reducciones fiscales a la Casa Blanca para compensar el gravamen.

La reunión de los ministros de finanzas del Grupo de los Siete, que concluyó este jueves cerca de París, sirvió para constatar tanto el consenso como las diferencias.

El secretario del Tesoro, Steve Mnuchin, dijo que "hemos hecho algún progreso significativo en esta reunión, pero todavía queda trabajo por hacer".

Rechazo a gravar los ingresos

Como explicaba a elEconomista el ministro de Finanzas francés, Bruno Le Maire, Washington está abierto a considerar gravar negocios que generen riqueza en el entorno digital sin apenas presencia en los países. Pero rechaza diseñar un modelo impositivo teledirigido a los ingresos que se obtienen a partir de los datos, el verdadero maná para los gigantes digitales.

El foro del G7 debería haber servido como paso intermedio para acercar las posturas de los europeos y Washington. Porque el objetivo final es lograr un acuerdo sobre un modelo internacional el próximo año, en unos trabajos que lidera la OCDE. Sin embargo, las diferencias existentes ponen en duda de que se vaya a lograr avances significativo.

Francia y Reino Unido sacaron adelante su propia iniciativa al margen de la UE

El proceso además se ve entorpecido por las tensiones y enfrentamientos que existen entre Washington y París por la puesta en marcha de la tasa digital gala. Después de que fracasara un impuesto digital europeo por el bloqueo de Irlanda, Dinamarca, Suecia y Finlandia hundió la propuesta comunitaria la pasada primavera.

Francia decidió entonces sacar adelante su propia iniciativa, como también hizo el Reino Unido y tiene intención de hacer España.

Sanciones a las exportaciones

El impuesto galo, como el español y el europeo, se basa en una tasa del 3% sobre los ingresos que obtienen las joyas de Silicon Valley en su territorio.

Tras la aprobación del impuesto digital francés, EEUU decidió contraatacar abriendo una investigación a la ley francesa, y que podría derivar en sanciones contra sus exportaciones nacionales. Un nuevo zarpazo arancelario que se sumaría a la guerra comercial que ya mantienen Washington y Bruselas.

Además, la temperatura podría subir aun más este verano con la imposición de aranceles adicionales por cada lado en el contexto de la larga disputa que mantienen por las ayudas dadas a Boeing y Airbus.

Pero los malos gestos no se los lleva solo Francia. Fuentes cercanas a la Presidencia del Gobierno admiten las muchas y variadas fórmulas que la Casa Blanca está empleando para hacerle saber a España su disgusto por la intención de poner la tasa Google en marcha cuanto antes, aunque las amenazas no se traducirán en hechos hasta que eventualmente se apruebe.

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