Mejor Imposible

No cabe la menor duda de que los medios de comunicación atraviesan uno de sus cambios más profundos, no solo en España sino mundialmente y a la crisis económica de los últimos años se le ha sumado la crisis de identidad, pero no la identidad del periodismo, sino la del negocio. El periodismo sigue estando vivo. En este momento cualquier noticia se puede vivir en directo en cualquier parte del mundo. Internet ha revolucionado nuestras vidas y nuestros sistemas de información. Lo vivido, por ejemplo, estos días en nuestras carreteras con las fuertes nevadas es un claro ejemplo. El periodismo sigue siendo el contrapoder que los ciudadanos exigen a los medios de comunicación. Es indudable que la caída de anunciantes es un serio peligro para cualquier medio de comunicación, pero no ofrece dudas que el papel de los medios sigue siendo de capital importancia contra los poderes políticos, económicos, sociales, etc. Los medios de comunicación saldrán muy fortalecidos de esta crisis y veremos como las tecnologías actuales dan nuevo sentido a la prensa, la radio y la televisión, a través del medio de los medios: internet. Este rejuvenecimiento de la comunicación será el que siga ejerciendo de guardián de la democracia.

Un pacto al año no hace daño, así lo manifestaron ayer ciertos sectores educativos, conscientes de que la nueva ley Wert se puede discutir si es mejor o es peor, pero lo que no se puede discutir es que cuando se produzca la alternancia política en España, la ley la volverán a cambiar. Esta es una de esas leyes, junto con el resto de nuestro sistema educativo, que se hace necesario pactar entre todos los partidos políticos para que dentro de unos cuantos meses no tengamos que volver a otro sistema universitario. Parece de chiste que cuando todavía no está completamente asentada la reforma del tratado de Bolonia y contrastada su validez pongamos en marcha un cambio que es más profundo de lo que a primera vista parece. El cambio de cuatro a tres años de grado y dos de master es profundo. Para las universidades una modificación de esas características las pone en situación de supervivencia, en concreto, algunas universidades privadas. No parece que las casi cien universidades que componen el panorama universitario español puedan sobrevivir con esta falta de planificación a las que les somete el gobierno de turno. ¿No hubiera sido más razonable pactar esta nueva ley, para no tener que cambiarla en poco tiempo?

La salida de Bárcenas de la cárcel nos pone de nuevo en la picota la cuestión de la corrupción. Parece que todo un sistema se tambalea con la puesta en libertad de este individuo. Es cierto que si todo apunta a ser como parece, el extesorero del PP volverá a estar entre rejas, pero aun así no parece que sea un modelo normal el que tenemos, pues con una justicia normal el personaje mencionado ya habría sido definitivamente juzgado y puesto en libertad o castigado. Pero no, este sistema en el que nos movemos no hay por dónde cogerlo: la justicia no termina de cumplir unos plazos razonables; la devolución de lo adquirido de manera irregular tampoco funciona; la ejemplaridad para otros políticos tampoco funciona… En fin, que esto no termina de arrancar y la corrupción va adquiriendo tintes cada vez más dramáticos con todo lo que eso significa para todo un sistema democrático.

Las reiteradas caídas del crudo no bajan proporcionalmente la gasolina, tal y como se viene demostrando en las últimas semanas, pues si hubieran bajado los precios al mismo ritmo que las del crudo la gasolina estaría muy debajo del euro el litro. Resulta curioso que cuando el precio del barril ha subido la repercusión sobre la gasolina ha sido inmediata y, sin embargo, cuando es al revés, las consecuencias son rácanas y lentas. Las consecuencias de la bajada del crudo y, consecuentemente, de las gasolinas deberían repercutirse de inmediato en los precios de estas últimas y no sería perjudicial para la economía española, n i mucho menos, como tratan algunos de decirnos para seguir fingiendo la mentira de las subidas. Alguien debería tomar cartas en el asunto, como por ejemplo, el ministro del ramo y si no que siga buscando gasolina en Canarias hasta que la encuentre.

España tiene en este momento dos fenómenos mediáticos que están fuera de contexto completamente: Podemos y el pequeño Nicolás. Si ambos los contemplamos desde fuera de cualquier estructura seria de estado tienen cierta gracia y se puede decir que forman parte de la idiosincrasia de un país que sabe tomarse a broma casi todo y dar solo importancia a lo que verdaderamente la tiene. Podemos, como partido político, efectivamente aguanta el enfado de muchos españoles que ven como sus representantes legales les han engañado y quieren dar un castigo, pero ideológicamente no es un partido que se sustente en bases fuertes; es simplemente producto de un rechazo. En cuanto al pequeño Nicolás no aguanta un análisis de medio minuto en conversación de bar. Las últimas declaraciones de ambos son esperpénticas. Podemos anuncia que va a hacer un boicot a no sé qué empresas y empresarios por importar productos de fuera de España. Creo que hay que ofrecer alternativas económicas a esa decisión. Y el pequeño Nicolás asegura que llega tarde a un juicio porque le han secuestrado en un bar. Lo dicho, ninguno de los dos merecen ni una línea más, ni un análisis serio, en un país como España asentado sobre unas bases sólidas.

El aumento de algo más de 400.000 cotizantes a la Seguridad Social durante 2014 resulta una muy buena noticia. Además, el paro en ese mismo periodo se ha reducido en algo más de 250.000 personas, lo que supone ser el mayor descenso desde el año en que se considera que comenzó la crisis, 2008. Esto sí que es un nuevo indicador que dice que la tendencia está cambiando, sobre todo porque el dato es el elevado número de nuevos cotizantes, lo que significa que la actividad se recupera. Ahora falta que la estabilidad política acompañe a los buenos resultados económicos. Si la política de los próximos meses se centra sobre las elecciones municipales y autonómicas, para desembocar pocos meses después en las generales, el augurio económico no es bueno. Las promesas electorales siempre son las que los ciudadanos quieren oír y eso no es la mejor manera de gobernar. Confiemos en que la cordura prevalezca sobre un puñado de votos.

Sería un paso de gigante que se lograra un pacto PP-PSOE y gobernarán en coalición, es más, sería la única solución. Las palabras de Rajoy en esta dirección no parecen desafortunadas para los que tienen sentido de Estado. Estos pactos se han dado ya en algunos países de nuestro entorno con buenos resultados. Sería muy normal que un partido y otro actuarán como contrapoderes del poder y se miraran de reojo para que la mayoría absoluta de un partido no hiciera lo que tenemos en este momento: una justicia del PP; una televisión muy cara del PP; una educación tambaleante; etc. etc. Los mejores gobiernos en los últimos años han sido aquellos en los que ha sido necesario pactar. Gobiernos dialogantes en los que el país avanzó considerablemente: aprobación de la Constitución; reforma fiscal; entrada de España en el euro. Ahora sería necesario nuevamente llegar a algunos acuerdos marco, entre los dos partidos mayoritarios, que nos hicieran avanzar decisivamente, en materias como justicia, educación, empleo,… porque de lo que no cabe la menor duda es de que los gobiernos del PP logran mejorar la economía y los del PSOE avanzan en materia social. Juntos España avanzaría considerablemente.

El periodismo jurídico ha adquirido en los últimos tiempos un protagonismo especial. Acapara portadas, aperturas de informativos, redes sociales, etc. Además, los protagonistas que rodean tribunales, despachos, judicaturas, fiscalías se han vuelto en poco tiempo estrellas mediáticas. Y a pesar de todo eso la justicia en nuestro país sigue sin funcionar. Todavía los políticos intervienen en el nombramiento de los poderes jurídicos, véase en este momento la sustitución del fiscal general del Estado que ha estado rodeada de intríngulis políticas. Por otra parte, nuestros tribunales se eternizan en emitir una sentencia o un dictamen y cuando se pronuncian ya ha cambiado todo. Para sacar una ley adelante debe pasar por las Cámaras dilatándose también en el tiempo. En fin, lo dicho, nuestra justicia no funciona y por mucho que nos empeñemos en decir que esto es un estado de derecho y que de ahí nos viene esta situación jurídica, que es la mejor, no debemos equivocarnos, esto no funciona.

Lástima que en ocasiones los presidentes de Gobierno tengan incontinencia verbal. Rajoy no suele ser de esos, pero en esta ocasión sí lo ha sido. Hace pocos días ante un amplio grupo de empresarios afirmó que la “crisis ya es historia”. Desgraciadamente no es así. Aunque el factor psicológico en economía es importante, la mentira resta credibilidad y puede empeorar la situación. Y si no que se lo digan a esos más de cuatro millones de parados que todavía tenemos. Pero quizás efectivamente la peor crisis que tenemos en este momento no sea la económica, que parece que el Gobierno la está enderezando, la peor crisis es la política; los españoles necesitamos ver que se alcanzan pactos en asuntos de Estado capitales. La ciudadanía desea un pacto de los grandes partidos para llegar a acuerdos sobre esos ya manidos temas como es el empleo, como es la educación, como es la corrupción, etc. Y parece que ni este Gobierno, ni esta oposición tienen intención de sentarse en la misma mesa para alcanzar grandes alianzas. Así, no.

Estados Unidos grita I can‘t breath en recuerdo del afroamericano Eric Garner al que un policía quitó la vida en el mes de julio y al que ahora se ha sentenciado. En los últimos momentos de su vida Garner dijo eso: no puedo respirar. Parece que la frase ha tomado mayor significación y se repite como rechazo al sistema judicial norteamericano. En España ese mismo grito se puede repetir hasta la saciedad, aunque por motivos bien distintos. La vieja Europa tiene un concepto de la solidaridad muy desarrollado y no es frecuente que ocurra algo similar a lo de Garner. Pero España por otros motivos puede gritar: no puedo respirar. La justicia no funciona. Aunque se cansen de repetir que el Estado de Derecho funciona bien y por eso es por lo que salen a la luz tantos casos de corrupción, no es verdad. Estamos cansados de imputaciones, de acusaciones, de juicios,… en muchos casos sin ningún sentido y en otros tantos sin un final. Sin embargo, sobre el ciudadano de a pie el peso de la ley es contundente y el Estado de Derecho funciona. Lástima que existan tantos raseros para juzgar y tantas desigualdades para medir y comparar. Lo que sí es claro es que la justicia no funciona y parece que eso supera también nuestras fronteras.