
Mucho va a tener que apretar el zapato para que la banca española ponga en marcha un nuevo proceso de fusiones. Las entidades ya admiten que podrían ser necesarias en el medio plazo más integraciones si la evolución de la economía es peor de lo previsto y los tipos de interés se mantienen ultrabajos durante más tiempo. Encajar las piezas del puzzle no va a ser fácil porque el número es limitado tras la gran reestructuración de la crisis, los gestores quieren seguir mandando y nadie está dispuesto a perder.
Unicaja-Liberbank
Es la única fusión que parece clara, pero se está retrasando en el tiempo por las dificultades de alcanzar un acuerdo sobre el reparto de poder y el precio al que se fija el intercambio de las acciones. La operación se anunció en diciembre y sus condiciones tenían que haberse fijado en febrero. Solo el fracaso de las negociaciones podría abrir las posibilidades para un mayor encaje de las piezas en el sector. Entonces, Abanca, Ibercaja, Banco Sabadell e, incluso, Bankia podrían tener más oportunidad para encontrar un aliado.
Los tres grandes
Solo participarán, a priori, en un proceso de concentración para liderarlo y para aprovechar oportunidades claras y, si fuera necesario, para la estabilidad del sistema. Tanto el Santander como BBVA y CaixaBank están llamados a protagonizar otro tipo de operaciones, las transfronterizas, pero dentro de unos años, cuando la Unión Bancaria sea una realidad completa. Además, el Santander está en pleno proceso de integración del Popular, que se adjudicó en 2017; BBVA, en su proyecto de digitalización; y CaixaBank, en el cierre de la fusión completa de BPI, entidad portuguesa de la que el año pasado tomó el 100%. Eso sí, no se descarta que alguno de los tres lleve a cabo una absorción de Bankia, en caso de que ésta lo requiera o su principal accionista, el Estado, decida que es la mejor vía para recuperar parte de las ayudas que recibió. Son los mejor posicionados para hacerse cargo de Bankia.
Bankia
Su encaje es posiblemente el más complicado por la participación del 62% en manos del Estado. El próximo Gobierno tendría que vender a pérdidas al menos un paquete relevante del capital con antelación, algo que ningún político está dispuesto a asumir de manera voluntaria. Una desinversión evita que el comprador se vea obligado en una operación con intercambio de acciones a sentar en su consejo de administración a la autoridad pública, una posibilidad descartada de plano por cualquier entidad. De hecho, éste es uno de los obstáculos de la integración con Sabadell, de la que su presidente, Josep Oliu, ha admitido que podría plantearse dentro de un año. La cotización de Bankia se encuentra un 55% por debajo del precio al que el Estado tomó su control en 2012 y el objetivo es que los contribuyentes recuperen cuánto más dinero mejor de los 24.000 millones que le fueron entregados en su rescate. Si se rompiera la fusión de Liberbank con Unicaja, Bankia podría erigirse como posible comprador para crecer. Ya en el pasado estuvo negociando absorber el primero y estuvo analizando la compra del Popular y, a diferencia de la mayor parte de las entidades, cuenta con exceso de capital.
Banco Sabadell
Es la entidad que más probabilidades tiene, junto con Liberbank, de participar en una operación corporativa. Su intención es tomar el control de Bankia, pero las cotizaciones no acompañan. A día de hoy vale 2.000 millones menos que el grupo nacionalizado, lo que le otorgaría a éste el control y su objetivo es liderar cualquier transacción. De momento y a la espera de que las acciones suban va a vender varios activos para cosechar plusvalías y elevar sus ratios de capital, tal y como le exigen los mercados, y poder mejorar de paso su rentabilidad. El Brexit es su mayor amenaza de futuro y su principal temor es que sea absorbida.
Bankinter
No necesita ningún tipo de operación, aunque podría aprovechar cualquier oportunidad que pueda surgir. El control del capital por parte de la familia Botín hace impensable a día de hoy que sea objeto de una oferta de compra.
Ibercaja
Su futuro es incierto y quizás el más abierto de todos. Su plan es salir a bolsa antes de 2021 y seguir en solitario. Sin embargo, las dificultades del entorno dificultan su proyecto. Los analistas apuntan a que finalmente tendrá que incorporarse al grupo que formen Unicaja y Liberbank, pero en el horizonte también aparece la opción de que la Fundación Ibercaja, que tiene el 87% de su capital, incremente el fondo de reserva si finalmente no logra debutar en el mercado. También existe la posibilidad de que acabe bajo la órbita del Sabadell.
Abanca
Es la entidad que más predisposición muestra a una operación de fusión, siempre que sea liderándola, lo que complica sobremanera su éxito. Ya ha intentado hacerse con Liberbank. Y debido a su tamaño, reducido, hace que las opciones sean muy limitadas. Podría, eso sí, comprar carteras de negocio o bancos minoritarios.
Kutxabank
El grupo vasco es sin duda la entidad que menos probabilidades tiene de materializar una integración. La influencia política del PNV reduce sustancialmente las opciones.