
La banca ya habla abiertamente de una nueva ola de fusiones para poder ser rentable. Hasta ahora sus responsables habían negado la necesidad a este tipo de operaciones a pesar de las presiones ejercidas tanto por el mercado como por los supervisores desde hace tiempo. La situación ha cambiado por la confluencia de grandes incertidumbres sobre el futuro y la cotización de las entidades que están en bolsa que, en algunos casos, son objeto de una oferta de compra (opa).
Los banqueros, eso sí, consideran que esta ronda se producirá en el medio plazo, no en los próximos meses, aunque todo dependerá de las circunstancias. La posibilidad de que el Sabadell tenga que llevar a cabo una integración, admitida el miércoles por su presidente, Josep Oliu, es la prueba más palpable del estado en el que se encuentra buena parte del sector en nuestro país y de que las advertencias de los analistas en los años anteriores no iban mal encaminadas.
Desde hace tiempo los bancos de inversión y los reguladores han venido insistiendo en que era preciso poner en marcha otra ronda de fusiones, porque la rentabilidad es muy inferior a la exigida sobre los recursos propios, y porque los niveles de solvencia están muy ajustados o por debajo de la media de otros sistemas financieros.
Perspectivas poco favorables
Por el momento, los únicos que se han tomado en serio las recomendaciones han sido Unicaja y Liberbank, que desde finales del año pasado negocian una integración. Ambos son dos de los grupos que presentan los peores ratios de rendimiento sobre capital, de apenas el 4%. Sabadell e Ibercaja, por deterioros extraordinarios, incluso registran rentabilidades inferiores, del 2,6 y el 1,5%, respectivamente.
El mercado reclama al menos un retorno del 10% y las perspectivas no son nada favorables a tenor de que la inestabilidad se ha acrecentado, que han sido las detonantes del cambio de actitud de los banqueros, según fuentes financieros. La confirmación del parón de la economía alemana, cuyos efectos se extenderán a Europa; el atolladero del Brexit, cuyas consecuencias son cada vez son más inciertas; y el aplazamiento de la subida de tipos de interés en la zona euro hasta al menos mediados o finales de 2020.
Estos tres factores van a condicionar el desempeño de las entidades, que ven más cercanas las operaciones corporativas para poder sobrevivir. Oliu señala que un posible movimiento del Sabadell se produciría dentro de un año como poco y apuntaba a Bankia como posible aliado. "Se puede plantear", indicaba. Por su parte, el presidente de ésta, José Ignacio Goirigolzarri, reconocía hace diez días que si la situación actual se mantiene las operaciones serán "inevitables" en dos o tres ejercicios.
Tema estrella de 2019
Los analistas, sin embargo, insisten en la urgencia de llevarlas a cabo cuanto antes y creen que la oleada se producirá antes. Así, por ejemplo, en un informe reciente, S&P consideraba que el tema "estrella" de 2019 en el sector financiero español iba a ser el de las fusiones y en su epicentro estarían las entidades de mediano tamaño.
De momento, Ibercaja y Kutxabank pretenden continuar en solitario. La primera espera que antes de 2021 pueda llevar a cabo su proyecto de salida a bolsa, mientras que la segunda pretende capear el temporal sin cotizar.
Abanca, por su parte, sí quiere hacer valer su mejor posición -es uno de los tres grupos del sistema con rentabilidades por encima del 10% y uno de los pocos con un exceso de capital muy holgado- con la adquisición de alguna entidad. Ya ha intentado competir con Unicaja para absorber Liberbank, aunque finalmente ha desistido por la oposición de ésta.
El resto -Santander, CaixaBank, BBVA e incluso Bankinter- podría aprovechar las oportunidades en función de cómo evolucione el panorama. No se descarta absolutamente nada, aunque de momento se mantiene en compás de espera. Si la ralentización de la economía se profundiza el sector en su conjunto -salvo excepciones- tendrá que llevar a cabo ampliaciones de capital para cubrir pérdidas. Los expertos, incluso, ya están presionando para que algunos bancos incrementen su solvencia con captación de nuevos fondos, siendo el Sabadell el más señalado. Un reciente informe de Merrill Lynch calculaba esta misma semana que la entidad tenía que reforzar sus recursos propios en 1.600 millones, algo que el propio Oliu negaba de manera tajante.
Las ampliaciones de capital, sin embargo, a los precios actuales del mercado se antojan complicadas, ya que se tendrían que hacer a precios muy bajos. Por eso, los bancos que cuentan con las mejores credenciales podrían aprovechar alguna compra de un tercero para pedir dinero a sus accionistas, sostienen fuentes financieras.

Así, por ejemplo, sucedería en la fusión de Liberbank y Unicaja, que podrían llevar a cabo una ampliación de entre 300 millones y 400 millones para poder materializar todos los deterioros posibles y partir con unos niveles de capitalización suficientemente amplios. En las dos entidades sostienen que no requieren esta apelación al mercado, aunque tampoco lo desmienten de manera tajante. Pero, para reforzarse están planeando ventas aceleradas de activos.
Es la fórmula que ha elegido el Sabadell para evitar una ampliación de capital. La entidad catalana está diseñando una hoja de ruta para vender su gestora de fondos o su filial de crédito al consumo. BBVA y Abanca están en un proceso para desprenderse de sus aseguradoras y lograr plusvalías con las que mejorar su cuenta de resultados y sus recursos propios.