Los alimentos son en la actualidad los grandes responsables de que la inflación no esté aún en los niveles normalizados que permitirían al BCE iniciar el recorte de los tipos. Una bajada que la presidenta de la entidad, Christine Lagarde, estima “probable que arranque en verano”. El problema es que los comestibles amenazan con seguir metiendo presión al IPC europeo y español. De hecho, los precios en origen se elevaron un 11,4% el pasado mes de diciembre en nuestro país, lo que supone más de cuatro puntos por encima de la inflación general de la alimentación en ese mismo mes, que fue del 7,3%. Un encarecimiento que lidera el calabacín (79,1% en el año), el tomate (78,9%) y el aceite de oliva (56,4%). Los motivos que llevan al campo a incrementar sus precios por encima de lo que lo hacen los supermercados está en el alza de costes que está sufriendo por la energía, los fertilizantes y las malas cosechas. Pero también por las medidas ambientales europeas, que están poniendo en entredicho la viabilidad del sector.
