Correlación no implica causalidad. Vicente Nieves lleva buscando explicaciones a los movimientos de los mercados y de la economía desde la crisis financiera de 2007. Aún no tiene la respuesta.

Con la excepción de algunas microciudades como Singapur o Gibraltar y pequeñas petro-naciones del golfo Pérsico como Qatar, Tailandia es el país con menos paro del mundo. Con un 1,07% de desempleo en el país, todos sus ciudadanos están involucrados en la economía de una forma productiva, mientras aspiran a convertirse en la fábrica de Asia y un sector turístico parece brillar con fuerza, convirtiéndose en uno de los destinos más atractivos de todo el mundo. Sin embargo, todo este potencial que confluye en el país del sudeste asiático no solo no explota en un gran crecimiento económico, sino que el país habla abiertamente de que está en una 'crisis', decepcionando con su PIB y viendo como todos sus vecinos la están superando.

El mercado de petróleo está viviendo un auténtico rally semanal. Los futuros de crudo acumulan una subida del 8% en los que va de semana, impulsados por la elevada tensión en Oriente Medio. El ataque de Irán con misiles balísticos sobre Israel disparó el precio del crudo a principios de semana, alejando al Brent de los 70 dólares. Este jueves, Joe Biden, presidente de EEUU, admitió que las instalaciones petroleras de Irán podían ser un objetivo, lo que terminó de disparar el precio del crudo hasta la zona de los 78 dólares por barril en los que cotiza este viernes. Irán produce más de tres millones de barriles cada día, cuenta con instalaciones petroleras muy importantes a nivel global y además tiene un control parcial sobre la arteria global más importante para el comercio de petróleo, el Estrecho de Ormuz. De modo que su influencia sobre el mercado de crudo puede hacerse notar, aunque sea de forma temporal.

Una 'guerra total' parece a punto de estallar en Oriente Próximo, la zona del mundo donde existe una mayor concentración en la producción de petróleo. No solo eso, por esa zona transcurre la arteria principal del comercio global del crudo. Sin embargo, pese a las intensas subidas y picos, el petróleo se mantiene lejos de los 100 dólares y el pánico no parece estar cundiendo en las bolsas, más allá del 'susto' inicial que supusieron los ataques con misiles de Irán a Israel. Aunque la amenaza existe, el Estrecho de Ormuz, la arteria del petróleo global, podría seguir funcionando con cierta normalidad gracias a lo que se pueden denominar ciertos 'frenos de emergencia'.

Las grietas de la OPEP están llegando a un punto crítico. El gran líder del cártel se está cansando de seguir sosteniendo el esfuerzo de intentar mantener alto el precio del barril con sus recortes mientras sus aliados se los saltan. Hasta ahora Arabia Saudí ha sido el gran protagonista, limitándose hasta los 9 millones de barriles diarios. El Reino ha mantenido un recorte de 2 millones de barriles entre los acuerdos voluntarios y los de la OPEP. Cansado de perder cuota de mercado, Financial Times publicó que aprovechará la reunión de diciembre para abrir la compuerta del petróleo hacia el mercado. Este miércoles, su ministro de Energía Abdulaziz bin Salman al-Saud, ha dado un paso para trascender los "rumores" y ha amenazado directamente a sus pares con inundar el mercado y provocar un descenso del precio del barril hasta los 50 dólares, frente a los 75 actuales.

En todo conflicto geopolítico hay un punto geográfico fatídico sobre el que se centra toda la atención y toda la tensión. En la escalada de violencia que mantienen ahora mismo Israel e Irán, este punto es la diminuta isla de Kharg. Con una superficie de tan solo 24 kilómetros cuadrados, levemente menor que Isla Graciosa o el municipio madrileño de Patones, esta isleta, más bien, situada en el golfo Pérsico, a 25 kilómetros al sur de la costa de Irán y a 483 km al noroeste del estrecho de Ormuz, es el nudo gordiano del petróleo iraní, ya que en torno al 95% de las exportaciones del país pasan por ella. Ni que decir tiene lo goloso que es este objetivo para Israel y los riesgos que conlleva un posible ataque masivo contra la misma, al representar el petróleo iraní un 4% de la producción mundial.

Cuando el petróleo parecía condenado a caer a la zona de los 60 dólares en un mercado dominado por la oferta, un chispazo geopolítico (el ataque con misiles balísticos de Irán a Israel) ha sido más que suficiente para reanimar al crudo y poner en alerta a banqueros centrales (se las prometían muy felices con la potente desinflación) e inversores. El precio del petróleo Brent, de referencia en Europa, se mantiene al alza este miércoles con una subida que roza el 2% después de haberse disparado en la jornada del martes ante el aumento de las tensiones generadas entre Irán e Israel. Ahora mismo, el Brent se sitúa cerca de los 75 dólares el barril, mientras que en la jornada del martes a primera hora cotizaba en los 70 dólares. El temor a un posible ataque de Israel sobre los yacimientos de Irán (fuente de ingresos de Teherán), unas sanciones más potentes pulvericen también parte del crudo iraní o una guerra total están inflando la prima de riesgo geopolítico.

La inflación de la zona euro cayó al fin por debajo del objetivo del 2% más de tres años después. El índice de precios al consumo (IPC) de la región fue en septiembre del 1,8% interanual tras el 2,2% de agosto. Se trata del dato más bajo desde junio de 2021, a las puertas de la gran crisis inflacionaria. En la misma línea, el IPC subyacente (excluye en este caso energía, alimentos, alcohol y tabaco), más pegajoso y, por tanto, más observado en los últimos tiempos, desciendo una décima hasta el 2,7% interanual. Aunque estos descensos se ajustan a lo esperado por los analistas y la caída por debajo del 2% de los IPC preliminares de Alemania, Francia, España e Italia indicaban el camino, el data lo allana todo para que se desate la traca final del BCE: un recorte de tipos en octubre que no estaba sobre la mesa y la posibilidad de bajadas de más enjundia en el corto plazo, como vaticinan estrategas como los de Deutsche Bank.

La economía de Polonia es una apisonadora. En pocos años, la economía polaca ha pasado de la mediocridad absoluta a convertirse en la quinta potencia de la Unión Europea en términos de PIB agregado en paridad de poder adquisitivo (PPA). Si el análisis se hace en PIB per cápita PPA, en los 90 Polonia era más pobre que Venezuela, Argentina y, por supuesto, España. Hoy, Polonia ha dejado muy atrás a esos países latinoamericanos y está a punto de firmar el sorpasso a España. Pero la historia no termina ahí. En un gráfico publicado por la firma de inversión Apollo se puede ver como Italia ya mira por el espejo retrovisor ante la llegada de la 'apisonadora' polaca. En 2029, si las proyecciones del Fondo Monetario Internacional se cumplen, solo unos pocos cientos de dólares separarán al PIB per cápita PPA de Polonia e Italia.

El Banco Central Europeo tiene vía libre para acelerar las bajadas de tipos. Los datos de inflación publicados en Alemania, España, Italia y Francia son munición para las 'palomas' (defienden unos tipos más bajos y una política monetaria más expansiva en general). Mientras tanto, los 'halcones' (defienden una política monetaria más restrictiva) se van quedando sin argumentos para retener la cascada de bajadas de tipos que se atisba en el horizonte. Tras los datos adelantados de este mes de septiembre, el recorte de octubre parece que está más cerca, mientras que la bajada de diciembre se da por hecho.

Uno de los objetivos que, probablemente, tiene casi cualquier economía del mundo es la producción de energía doméstica para reducir la dependencia del exterior y ayudar a mantener una balanza por cuenta corriente equilibrada. La invasión de Rusia a Ucrania ha reforzado aún más si cabe este objetivo en Europa. España, aunque tiene una producción de energía notable a través de renovables, apenas produce hidrocarburos. Sin embargo, hay una concesión que pasa un tanto desapercibida en suelo español que está siendo desarrollada con la perforación de un nuevo pozo en La Rioja. Esta se trata de la única actividad de perforación para la extracción de gas natural convencional (sin fracking) que se está llevando a cabo en España. Aunque este proyecto no será lo que se conoce como un 'game changer' (no va a terminar con la dependencia exterior de gas), sí puede ayudar a reducir levemente las necesidades de importación gracias a la producción de un gas natural de proximidad y con una huella de carbono muy inferior al que se importa de EEUU o Rusia.