Equipo de Regulación de BBVA

Las normas sobre cómo calcular el ratio de capital de los bancos se fijan a nivel internacional por el Comité de Supervisión Bancaria de Basilea, una organización mundial de las autoridades de supervisión que velan por la solidez de los bancos. Este Comité ha ido emitiendo diferentes regulaciones, conocidas como Basilea I, II y III, que luego los reguladores de las diferentes regiones han ido adaptando a sus propias circunstancias para insertarlas en su normativa local. Sería como si el Comité fuera el mayorista que confecciona trajes de chaqueta idénticos, para que luego el modista de cada cliente lo ajuste a su realidad, de manera que el traje se adapte a sus particularidades. El último acuerdo al que ha llegado el Comité de Basilea ha sido la finalización de Basilea III, que se centra en conseguir que los denominadores de los ratios de capital sean simples, comparables entre bancos y suficientemente sensibles al riesgo. La Comisión Europea tomó ese texto e hizo una propuesta para trasladarlo a la normativa europea a finales del año pasado. Ahora el Consejo y el Parlamento están trabajando en sus versiones, y luego tendrán que negociar a tres bandas para llegar a una única versión final, que será aplicable a principios de 2025. Por ahora sólo tenemos la propuesta de la Comisión, donde ya se ha hecho un gran esfuerzo para adaptar la norma a la economía europea, y donde se han utilizado dos ajustes.

La inesperada llegada de la crisis del Covid-19 ha supuesto un duro golpe para las finanzas públicas de todos los países y especialmente para los países considerados como de bajos ingresos, según la clasificación del Banco Mundial. Estos países presentan un menor margen fiscal y una mayor dificultad de acceso a los mercados de capitales, lo que ha hecho necesaria una rápida actuación de los acreedores públicos para concederles un cierto alivio que pudieran destinar a cubrir el incremento del gasto sanitario.

La inesperada aparición de la crisis del Covid-19 en 2020 obligó a los reguladores financieros a reaccionar con agilidad para garantizar el correcto funcionamiento del sistema bancario en unas circunstancias sin precedentes, enfocando su actividad en facilitar el apoyo de los bancos a las economías y posponiendo a 2021 la ejecución de otras iniciativas ya programadas. Así lo demuestran los objetivos estratégicos y las iniciativas recogidas en los planes de trabajo publicados por los principales organismos reguladores, tanto globales como de ámbito europeo.

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