Peter Oppenheimer
Durante varios años después del inicio de la crisis financiera de 2007, los temores deflacionistas acompañaron persistentemente a la débil recuperación de la economía global. Los bancos centrales respondieron aplicando recortes sustanciales en los tipos de interés y poniendo en marcha el famoso Quantitative Easing (QE), lo cual contribuyó a comprimir las rentabilidades. Pese a que el crecimiento global acabó finalmente mostrando mayor recuperación hace aproximadamente un año, y desde entonces se ha ampliado, la inflación se ha mantenido consistentemente baja, situándose en la mayoría de los casos por debajo de las tasas objetivo de los bancos centrales.