El 2020 fue estelar para el oro, donde inversores compraron cantidades sin precedentes a través de ETF de oro físico y otros productos cotizados, y elevaron su precio hasta máximos históricos en agosto. En ese año, registró una rentabilidad anual mayor que la obtenida por cualquiera de las demás principales clases de activos. Esto se debió sin duda a la pandemia y a la condición de «activo refugio» que se suele atribuir al oro, con unas rentabilidades de los bonos negativas que reducen el coste de oportunidad de mantener un activo que no paga rentas. El oro proporcionó a los inversores una valiosa cobertura frente a un futuro incierto.

Directora de ETFs para Iberia, LatAm & US Offshore, Invesco