Socio Responsable de EY Insights y exsecretario de Estado de Empleo

La contundente victoria de Donald Trump en las elecciones presidenciales americanas, dotándole de un control reforzado del Senado y Congreso, añade tensión al contexto de creciente competencia y rivalidad entre grandes potencias, el deterioro del multilateralismo, el retorno de la política industrial y la búsqueda de la reducción de dependencias estratégicas en medio de una transición energética y digital.

Vivimos tiempos complejos en los que empresas y trabajadores nos jugamos mucho. A las disrupciones que enfrentaba nuestro mercado de trabajo centradas en la digitalización, transición energética y envejecimiento de la población, se ha unido la crisis energética y de precios y el proceso de “glocalización” que vivimos tras la invasión de Ucrania y la pandemia. Todo ello afecta al empleo, principal variable determinante de nuestro nivel de condiciones de vida, y en consecuencia a nuestra capacidad de desarrollo económico y social. Un contexto complejo que requiere de transparencia, confianza, y ambición.

El pasado 29 de julio se publicaron los datos de la Encuesta de Población Activa del segundo trimestre de este año, marcado por una intensa recuperación de empleo. La reactivación de la actividad económica gracias a la flexibilización de restricciones sanitarias, el impacto de las medidas de impulso económico, unido a la estacionalidad positiva propia del este periodo del año en España, ha facilitado una mejoría de los niveles de empleo, que, sin embargo no debería eclipsar los desafíos que tiene por delante nuestro mercado laboral; digitalización, transición energética, reto demográfico, entre otros.

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