A lo largo de los últimos meses, muchos hemos oído a familiares cercanos quejándose de que ahora los bancos no ayudan a sus clientes a hacer pequeñas gestiones, como ingresar o sacar dinero de sus cuentas corrientes, pese a que en su día les abrían las puertas encantados con tal de obtener su confianza. Pues bien, el comportamiento discriminatorio que muestra la sociedad hacia todas esas personas que tienen dificultades para acceder a las herramientas digitales o para utilizarlas no es nuevo: por desgracia, este escenario ya ocurría antes y durante la pandemia.