Los inversores en acciones chinas han pasado por un par de años de crecimiento económico decepcionante, con medidas regulatorias contra determinadas industrias y tensiones entre Washington y Pekín. La debilidad de su mercado inmobiliario seguirá lastrando el crecimiento y las presiones deflacionarias pueden persistir. Incluso es probable que se modere su ciclo de inversión en infraestructuras, que se había mantenido elevado en energías renovables y limpias, dados los aumentos exponenciales de capacidad los últimos 24 meses. Además, ha habido recortes salariales de 20 a 30 % en las empresas estatales. Sin apoyo político, es difícil alguna mejora. Así que se justifica cierta cautela.