
El progreso hacia la internacionalización de China es demasiado poderoso para detenerse. Así, la decisión de MSCI de incluir acciones de China continental en su índice de mercados emergentes nos convence más de que la renta variable del gigante asiático chinas supondrá una buena parte de las inversiones internacionales en tan sólo cinco años. Además el efecto a largo plazo puede ser tan transformador para los mercados de capitales internacionales como lo fue para la economía mundial la inclusión de China en la Organización Mundial del Comercio en 2001.
Por ahora el efecto es menor. La renta variable doméstica China-acciones 'A'- representará poco más de 0,7% en el índice MSCI de mercados emergentes desde el próximo año.
Pero el evento sísmico puede venir más adelante. Hay que tener en cuenta que las acciones chinas representan apenas 3% en las carteras de renta variable global a pesar de que su mercado tiene una capitalización equivalente a nueve billones de dólares, segundo solo tras el de EEUU, que representa más del 50% del índice mundial MSCI World Index. Además es previsible que para final de la próxima década, sino antes, los valores denominados en renminbi sean una parte característica de las carteras de los inversores en todo el mundo, de la misma manera que lo son hoy día en dólares y euros. Se trata de un previsible proceso de reasignación que implicará la disminución relativa de la asignación en activos financieros en dólares, con presión a la baja para el valor de la deuda del Tesoro de EEUU. Además el estatus de divisas reserva como el yen japonés y lira esterlina puede disminuir globalmente, ejerciendo también presión sobre sus correspondientes bonos del gobierno.
De hecho es previsible que las reformas de mercado en la segunda mayor economía del mundo cojan ritmo. El reciente lanzamiento de un vínculo directo entre las bolsas de Shenzhen y Hong Kong y la reducción de las suspensiones de cotización son el comienzo de lo que creemos será una revisión financiera y normativa mucho mayor. Más aún su economía, con un mercado de valores abierto y eficaz, puede ser más sostenible pues fomentará las fuentes de financiación empresarial local mediante acciones en lugar de deuda -la cual asciende a 156% de su PIB. Ello puede generar mayor confianza a los inversores internacionales respecto a las acciones chinas.
Por supuesto, no hay garantía de reformas. El programa de cambio en China es ambicioso y complejo y es poco probable que progrese suavemente. Actualmente alrededor de dos tercios de las empresas cotizadas chinas son en parte y de una forma u otra propiedad del Estado y los estándares de gobierno corporativo no son comparables con los del mundo desarrollado. Además las autoridades chinas deben evitar intervenir en los mercados cuando el sentimiento de los inversores se vuelve en contra, pues sus intentos por estabilizar el mercado mediante compras de acciones y prohibiciones ya se han mostrado contraproducentes en el reciente pasado.
De momento las perspectivas para la región en 2017 son positivas, aunque requiere vigilancia de antiguas y nuevas preocupaciones. Las viejas preocupaciones incluyen el tipo de cambio de su moneda y los riesgos de su deuda. Las nuevas incertidumbres van desde las políticas comerciales de Trump, a nuevas subidas de tipos de interés de la Reserva Federal y la próxima Asamblea Popular Nacional de China.
De hecho somos más optimistas sobre la economía china que al inicio del año y esperamos que su recuperación pueda mantenerse con la mejora de la actividad y dé beneficios empresariales globalmente. Así, un mayor estímulo fiscal de EEUU puede apoyar el crecimiento global y tener impacto positivo en el comercio de la región. Además en China ha mejorado la inflación con las reformas del lado de la oferta y el apoyo del gasto en infraestructuras. Estos factores pueden beneficiar a los bancos, a los que la mejora de flujos de caja facilita el pago de la deuda, lo que reduce el riesgo en el sistema financiero. Mientras, la actividad de "nueva economía" -Internet y salud- sigue sólida, con crecimiento alto y sostenible. A ello se añade que las valoraciones de las acciones en Gran China -incluyendo Hong-Kong y Taiwán- siguen convincentes, especialmente en comparación con los mercados desarrollados.
Al mercado le preocupa el ritmo de crecimiento pero seguimos encontrando empresas con fuerte flujo de efectivo y mayor crecimiento de beneficios que el mercado a valoraciones atractivas. Más aún, la volatilidad nos ha proporcionado oportunidades de aprovechar los temores y adquirir empresas cuyo valor intrínseco se ha estado ignorando.