
Los inversores en acciones chinas han pasado por un par de años de crecimiento económico decepcionante, con medidas regulatorias contra determinadas industrias y tensiones entre Washington y Pekín. La debilidad de su mercado inmobiliario seguirá lastrando el crecimiento y las presiones deflacionarias pueden persistir. Incluso es probable que se modere su ciclo de inversión en infraestructuras, que se había mantenido elevado en energías renovables y limpias, dados los aumentos exponenciales de capacidad los últimos 24 meses. Además, ha habido recortes salariales de 20 a 30 % en las empresas estatales. Sin apoyo político, es difícil alguna mejora. Así que se justifica cierta cautela.
Ahora el Gobierno de China ha fijado en la Asamblea Nacional Popular este Marzo un crecimiento en torno a 5 % este año -se celebra el 75 aniversario de la fundación de la República Popular China-, en línea con 5,2% en 2023. El Gobierno se propone frenar exceso de capacidad del sector inmobiliario y reducir gasto de los Gobiernos locales, con objetivo de déficit 3% del PIB e inflación también 3%.
De momento sus autoridades han recortado el coeficiente de reservas obligatorias de los bancos y los tipos de interés, ofreciendo apoyo financiero al sector inmobiliario y relajando restricciones para la compra de viviendas. Además, están fomentando la inversión en sectores clave de tecnología y automatización. Se trata de medidas modestas deliberadamente, para evitar exacerbar el elevado apalancamiento y predominio de la inversión inmobiliaria y pueden no ser suficientes para un giro inmediato de su economía, aunque sientan bases para una recuperación sostenible. Además es posible más apoyo, especialmente si la Reserva Federal de EEUU flexibiliza su política monetaria, lo que puede proporcionar margen al banco central de China para bajar sus tipos de interés sin riesgo de provocar salidas de capital y mayor debilidad de su moneda, cuyo tipo de cambio está ligado al dólar.
De hecho, nuestros economistas prevén que China crezca a un ritmo superior al 4,8 % estimado por el consenso este año, en línea con su potencial y casi cinco veces más que las economías desarrolladas. Aunque puede que no impulse un fuerte repunte de sus acciones, desde luego no va a ser un lastre.
Más aún, no estamos de acuerdo con quienes argumentan que China no es invertible. Debe ser estratégica en la asignación de activos en las carteras de inversión. De hecho, hay muchas oportunidades de inversión atractivas. Eso sí, hay que saber dónde encontrarlas.
Entre otros aspectos, la presión regulatoria parece estar disminuyendo. Además, las valoraciones de las acciones chinas están a los menores niveles en 20 años y más baratas que cualquier otro mercado de renta variable importante. Aunque no sea razón suficiente, implica puntos de entrada atractivos en determinadas industrias de perspectivas sólidas. A ello se añade que ya en 2023 las instituciones extranjeras redujeron la tenencia de acciones chinas un 13%, según el Banco Popular de China, lo que deja mucho margen para un rebote. Efectivamente, desde principios de este año, la renta variable de China ha registrado flujos de entradas de 50.000 millones de dólares y recientemente las compras de inversores extranjeros han llegado a superar las ventas.
Eso sí, puede llevar tiempo que el sentimiento cambie, dadas las preocupaciones respecto a desaceleración del crecimiento, incertidumbre y tensiones geopolíticas. Las preocupaciones incluyen, tras las elecciones en Taiwán, la posibilidad de una nueva presidencia de Trump en EEUU. Más, aun es probable que ambos candidatos, Biden y Trump, mantengan una posición dura respecto a China para ganar popularidad y votos.
En todo caso, la clave es ser selectivos por sectores y empresas, para una cartera diversificada. Conviene alinear las inversiones con los objetivos económicos de Pekín y centrarse en empresas con potencial para convertirse en líderes mundiales, de alta calidad de crecimiento a valoraciones atractivas y con horizonte temporal de largo plazo. En concreto, vemos oportunidades en vehículos eléctricos, automatización industrial, inteligencia artificial (IA) e industrias centradas en la exportación. Además el mercado de computadores y teléfonos inteligentes y sus componentes se ve impulsado por un nuevo ciclo de reemplazo, reposición de inventarios y el mismo auge de la IA. Incluso el sector de educación, muy afectado por restricciones a tutorías extraescolares desde 2021, parece haberse estabilizado y cuenta con fuerte demanda, que favorece a empresas como New Oriental Education, líder en educación privada en China en su segmento. Además, conviene prestar atención a cambios en los patrones de consumo, que se dirige hacia productos más baratos. Efectivamente, las empresas de comercio en línea de descuento, como PDD y Temu, aunque haya dura competencia y ralentización del crecimiento, se están comportando bien.