Tras varios años de adopción creciente y experimentación práctica, la inteligencia artificial ha dejado de ser una promesa futurista para convertirse en una herramienta transversal en casi todos los sectores. Hemos pasado de la fascinación inicial al uso cotidiano de modelos de IA en múltiples ámbitos de la vida, desde asistentes virtuales con los que ya interactuamos muchos de nosotros, hasta herramientas que apoyan decisiones clínicas o financieras. Ahora que la tecnología ha alcanzado un cierto grado de madurez y la sociedad ha interiorizado su presencia, es momento de abordar dos de los grandes desafíos que definirán su evolución futura: la explicabilidad de los modelos (XAI, por sus siglas en inglés) y su sostenibilidad energética. La evolución de la IA ya no se mide solo por su precisión o potencia, sino también por su capacidad para ser comprendida y su impacto en el planeta.

Responsable técnico del sector TIC en Corporación Tecnológica de Andalucía (CTA)