Tribuna
En los últimos meses, el debate alemán sobre política fiscal y monetaria ha tomado un giro interesante.
En los últimos meses, el debate alemán sobre política fiscal y monetaria ha tomado un giro interesante.
Cuando Emmanuel Macron fue recientemente entrevistado por dos periodistas muy agresivos, el resultado no fue precisamente la "situación del discurso ideal" apreciada por Jürgen Habermas, el gran filósofo alemán y gran partidario del presidente francés. Pero, a pesar de que se le interrumpió repetidamente, a Macron le fue muy bien. Siempre concreto y, si había necesidad, dispuesto a profundizar en las minucias de un tema, Macron estaba claramente en la cima de su juego. No necesitó recurrir a anotaciones, lo que también demostró de forma admirable, unos pocos días más tarde, durante su discurso ante el Parlamento Europeo, en el cual condenó al nacionalismo y al populismo.
Cuando Emmanuel Macron ganó la elección presidencial francesa, muchos alemanes respiraron con profundo alivio. Un centrista pro-europeo había derrotado de manera contundente a una populista de extrema derecha, Marine Le Pen, del Frente Nacional. Pero si realmente se quiere contener la amenaza nacionalista en Europa, Alemania tendrá que trabajar junto con Macron para enfrentar los desafíos económicos que han llevado a tantos votantes a rechazar a la Unión Europea.