Secretario General de alianzAS

El pasado 28 de abril España vivió el mayor apagón eléctrico de su historia reciente. El corte de suministro afectó a millones de ciudadanos en la península ibérica y se prolongó durante varias horas. La magnitud y duración de esta interrupción sin precedentes ha generado un debate necesario sobre la seguridad del suministro eléctrico, la digitalización de los servicios y, especialmente, sobre la capacidad de respuesta de los sectores que garantizan el funcionamiento básico de nuestra sociedad. Desde el punto de vista de quienes trabajamos en el ámbito de los servicios esenciales queremos poner el foco en cómo esta situación nos afectó y en las enseñanzas que extraemos para reforzar nuestra resiliencia colectiva.

Desde su implementación hace casi una década, en 2015, la Ley de Desindexación ha sido objeto de numerosos debates y análisis. Esta medida buscaba estabilizar los precios y evitar incrementos que pudieran alimentar una espiral inflacionaria, y así permitir una mayor previsibilidad en los costes, tanto para el sector público como para el privado. Sin embargo, la realidad ha demostrado que los resultados no han sido tan claros ni beneficiosos como se esperaba. Asimismo, los considerandos previos establecidos en dicha Ley han quedado totalmente obsoletos, sirva como referencia indicar que el preámbulo de la misma hacía referencia al II Acuerdo para el Empleo y la Negociación Colectiva 2012, 2013 y 2014, ya desfasados.

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