Opinión

El histórico apagón que puso de manifiesto la relevancia de los servicios esenciales

  • Este incidente ha puesto de manifiesto que muchos de los sistemas en los que se apoya nuestra vida cotidiana no son infalibles
  • Los contact centers y otros servicios de atención al cliente también sufrieron las consecuencias del apagón
  • La labor de los profesionales fue crucial para paliar los efectos de la ausencia de electricidad y garantizar la continuidad de los cuidados
El próximo 28 de mayo se cumplirá un mes del gran apagón que sufrió nuestro país y que dejó incertidumbres de su causa y grandes consecuencias
Madridicon-related

El pasado 28 de abril España vivió el mayor apagón eléctrico de su historia reciente. El corte de suministro afectó a millones de ciudadanos en la península ibérica y se prolongó durante varias horas. La magnitud y duración de esta interrupción sin precedentes ha generado un debate necesario sobre la seguridad del suministro eléctrico, la digitalización de los servicios y, especialmente, sobre la capacidad de respuesta de los sectores que garantizan el funcionamiento básico de nuestra sociedad. Desde el punto de vista de quienes trabajamos en el ámbito de los servicios esenciales queremos poner el foco en cómo esta situación nos afectó y en las enseñanzas que extraemos para reforzar nuestra resiliencia colectiva.

Impacto transversal, consecuencias específicas

Si bien el apagón fue generalizado, su impacto no fue homogéneo. Sectores como el de la limpieza profesional y el mantenimiento integral de edificios vieron alterados sus servicios de forma inmediata: ascensores detenidos, sistemas de climatización apagados y edificios enteros sin iluminación generaron problemas de movilidad, accesibilidad y seguridad tanto para el personal como para los usuarios de instalaciones públicas y privadas. En el ámbito de la restauración colectiva, el apagón interrumpió la cadena de frío en cocinas centrales, comedores escolares o residencias. Asimismo, obligó a desechar alimentos perecederos, retrasó repartos y puso en riesgo el cumplimiento de estándares de seguridad alimentaria.

Los servicios de atención a mayores y personas en situación de dependencia, que en muchos casos operan con equipamiento médico y domótico, fueron especialmente vulnerables. La imposibilidad de utilizar grúas, camas articuladas o dispositivos de alerta médica comprometió la atención adecuada a un colectivo que, en su mayoría, ya enfrenta situaciones de fragilidad. En este contexto, la labor de los profesionales fue crucial para paliar los efectos de la ausencia de electricidad y garantizar la continuidad de los cuidados. En centros especiales de empleo, donde muchas personas con discapacidad desarrollan su actividad profesional, la interrupción eléctrica impidió continuar con las tareas planificadas y afectó a entornos especialmente adaptados, con tecnología y diseñados para ofrecer un ambiente seguro y accesible.

Los contact centers y otros servicios de atención al cliente también sufrieron las consecuencias del apagón. En un entorno donde la digitalización es esencial, la caída de sistemas, la interrupción de servidores y la dificultad para mantener comunicaciones con usuarios fue solventada por los profesionales del sector con una capacidad de respuesta ágil para atender a las personas más vulnerables y mantener la comunicación empresarial para dar continuidad a los servicios más urgentes.

Por su parte, las instalaciones deportivas de gestión público-privada se vieron obligadas a interrumpir actividades programadas, cerrar temporalmente sus puertas o suspender entrenamientos y competiciones. La falta de iluminación, agua caliente o ventilación impidió su uso seguro, afectando tanto a la práctica deportiva como al bienestar de la ciudadanía que depende de estos espacios para su salud física y mental. Por último, el ámbito de los servicios energéticos, actor clave en el nuevo modelo de eficiencia y sostenibilidad, se ha visto interpelado por este suceso. El apagón pone de relieve la necesidad urgente de contar con infraestructuras más resilientes, capaces de soportar tensiones en la red eléctrica, y sistemas de respaldo que garanticen la continuidad del suministro, especialmente en instalaciones críticas.

Lecciones aprendidas: prevenir, coordinar y proteger

Este incidente ha puesto de manifiesto que muchos de los sistemas en los que se apoya nuestra vida cotidiana no son infalibles. Pero también ha demostrado la capacidad de los servicios esenciales para adaptarse y responder con profesionalidad en momentos de crisis. Desde alianzAS consideramos fundamental que este episodio se traduzca en un aprendizaje compartido. Es urgente reforzar los planes de contingencia en todos los sectores, garantizar que los trabajadores dispongan de los medios necesarios para actuar ante interrupciones del servicio y promover una mayor coordinación público-privada para anticipar y mitigar riesgos.

Además, es imprescindible reconocer el papel estratégico de estos servicios, muchas veces invisibles, pero absolutamente fundamentales para el funcionamiento diario del país. Sin ellos, cualquier crisis –como ya vimos durante la pandemia– tendría consecuencias aún más graves. En este sentido, la transición hacia una economía más digital y sostenible debe ir acompañada de inversiones en resiliencia, en formación y en tecnología, pero también en reconocimiento. Porque detrás de cada sistema que se apaga, hay personas que se activan para que todo vuelva a funcionar.

WhatsAppFacebookFacebookTwitterTwitterLinkedinLinkedinBeloudBeloudBluesky