Defensa
Recuerdo las discusiones de hace diez años, cuando se aprobó el Tratado de Lisboa. Muchos creían que la misión del alto representante, con sus tres funciones -vicepresidente de la Comisión, presidente del Consejo de Asuntos Exteriores y jefe de la Agencia Europea de Defensa- iba a ser imposible. Pero la intuición detrás de la descripción del cargo resultó correcta. La UE tiene un conjunto incomparable de herramientas de política exterior y de seguridad, y solo es posible movilizar todo el potencial de nuestra política exterior con esas tres funciones. Eso implica que presido las reuniones de los ministerios de Asuntos Exteriores, Defensa y Desarrollo; participo en el Consejo Europeo; coordino el grupo de comisarios que se ocupan de la acción externa; trabajo con nuestro personal militar y civil en temas de seguridad y defensa; y puedo apoyarme en el trabajo de nuestro notable servicio diplomático, con profesionales talentosos en las oficinas centrales y una red de 140 embajadas en todo el mundo.