Doctor en Ciencias Políticas por la Universidad de la Sorbonne y exinvestigador de la Casa Velázquez

Si las elecciones para elegir el presidente de la República Francesa de 2017 fueron en cierto modo disruptivas (no se volvió a presentar el presidente saliente François Hollande, los candidatos de los partidos tradicionales de la Derecha liberal y de la Izquierda Socialista se desplomaron y ninguno de ellos logró alcanzar la segunda vuelta) y dieron lugar a una recomposición completa de la escena política francesa, la próxima cita electoral del 10 y del 24 de abril en Francia puede dejar lugar a sorpresas inéditas que confieren un cierto interés a la vida política gala pero dejan entrever también nuevas preocupaciones dada la importancia del liderazgo de Francia en la Unión Europea.

Erwan Basnier

Al igual que en otros países europeos donde se han producido recientemente unos cambios significativos en la escena política, la ruptura o el cuestionamiento de la tradicional división entre la izquierda y la derecha, la emergencia de nuevos partidos políticos que no se reconocen en esta tradicional división política, la aparición de formas de populismo y de radicalismo inéditos desde el final de la segunda guerra mundial, la fragilización (o el fin para algunos) del bipartidismo, el cuestionamiento de las ventajas de la pertenencia a la Unión Europea etc., los resultados de la primera vuelta de las elecciones del domingo 23 de abril para elegir un nuevo presidente de la República en Francia ilustran indudablemente los cambios y las incertidumbres a los que está sometido el sistema político del país vecino.

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