Opinión
Hay pocas fuerzas tan determinantes en el mundo empresarial como la rentabilidad. Por eso, cuando los objetivos se vinculan a un incentivo, su avance se acelera. Y la sostenibilidad no es una excepción. Así lo reflejan los mercados financieros, lo reconocen los inversores y lo demuestran las grandes empresas cotizadas, que han apostado por asociar la retribución de sus directivos al cumplimiento de criterios en esta materia. Sin embargo, el panorama es distinto para el resto de las compañías y es necesario preguntarse por qué.