A principios de año, y según la rotación establecida, Portugal tomaba las riendas de la Unión Europea, asumiendo su Presidencia por seis meses. Entre sus prioridades, la de estimular la finalización de la Unión Bancaria. Para ello cogía el guante de la presidencia austríaca en lo relativo a la creación del sistema europeo de garantía de depósitos y desatascaba así las negociaciones en torno a la construcción de este tercer y último pilar de la tan deseada Unión Bancaria.

Asesora de Public Policy de la Asociación Española de Banca (AEB)