Albert Einstein, que también sabía lo que ignoraba, decía que no había nada más difícil de entender en el mundo que el impuesto sobre la renta. Puede que tuviera razón, pero al genio de la física, que seguramente no estaba viviendo una campaña electoral cuando pronunció aquellas palabras, le faltó algún componente en la ecuación: patrimonio, sucesiones, IBI, IVA, tramos autonómicos y tasas municipales, por acudir a los habituales invitados en la fiesta de la exaltación de la amistad fiscal previa al after de la papeleta en la urna.