Hace apenas un año, Ebro y Chery sellaban el acuerdo para quedarse con la antigua fábrica de Nissan en Zona Franca. Desde entonces, todo ha ido muy rápido: contratar a los trabajadores de la automovilística japonesa en verano, salir a cotizar en otoño y empezar la producción en diciembre; un ritmo típico de startup para una compañía que roza las dos décadas como ingeniería.