Imagen de máxima normalidad en la agenda de Don Felipe en la mañana de este 19 de abril, la misma que ha elegido su padre, don Juan Carlos, para aterrizar en España. El Rey ha viajado a Ronda, ha aparecido sonriente y cercano y se ha fotografiado con los vecinos. Crédito foto superior: Casa del Rey.

La agenda estrictamente privada de don Juan Carlos en Londres ha sido un despropósito desde el minuto uno. Cada movimiento de las 48 horas que pasó en suelo británico se ajustó a la estructura "está previsto" porque, a falta de confirmaciones oficiales sobre su reunión con Carlos III, estábamos dando palos de ciego. Ahora hemos sabido que el padre de Felipe VI no se vio con el monarca inglés. Lo publica El Mundo citando fuentes de la embajada británica en Madrid, tal y como ha informado la Casa Real británica. O sea que no. Que no se vieron. El formato comida (que fue así como trascendió desde el entorno del monarca desde el principio) se negó desde hace días en ABC, Europa Press y EFE, que informaba que en Buckingham no constaba esa cita. Después, volvimos a la versión contraria. Finalmente El Mundo constata hoy que por no haber no hubo ni encuentro.

Se busca constreñir la visita de Juan Carlos I en un formato marcado por la discreción. Esto ya es batalla perdida. El aeropuerto Peinador de Vigo, donde va aterrizar esta mañana del miércoles 19 de abril, ya está lleno de cámaras de televisión preparadas para grabar el momento en que el padre de Felipe VI pise suelo español. Tal y como sucedió el año pasado. Es el retorno del emérito volumen 2. La historia se repite.

Si desde Casa Real buscaban discreción para la segunda visita de Juan Carlos I a España, no se ha conseguido el objetivo ni de lejos. Ni perfil bajo ni nada. Veremos el puerto de Sanxenxo transformado en un plató de televisión y la Ría de Pontevedra llena de cámaras. Esta es la crónica de un cúmulo de errores que vienen de atrás.

El padre de Pulp Fiction debuta en la no ficción con su libro Meditaciones de cine, un relato sobre el séptimo arte con referencias a sus adorados años de American Graffiti y Harry el Sucio.

El restaurante, en la playa D’en Bossa, en Ibiza, es una ventana abierta al Mediterráneo. Los arroces son marca de la casa. Acaba de ser reconocida con el TripAdvisor Traveller’s Choice.

Publicó junto a Calderón y Tirso. Ana Caro de Mallén fue una grande del teatro, pero su obra fue quemada debido a un brote de peste. Ahora Valor, agravio y mujer alza el telón del Teatro de la Comedia de Madrid. Crédito foto superior: Sergio Parra.

El restaurante espectáculo de Madrid rinde homenaje a la Feria de Abril del 20 al 29 con los pases de Juan Peña y Ensamble Flamenco, cuadro comandado por el guitarrista Juan Hernando. Para disfrutar de esta experiencia, hay que reservar una cena a través de la web (consumición mínima por persona de 50 euros). Para la gran velada, abrimos apetito con jamón ibérico y pan de cristal a la brasa, tomate rosa de Barbastro asado y huevos rotos con carabinero. Albóndigas de rabo de vaca, boletus y parmentier, presa ibérica y yakiniku con cremoso Idiazabal. Atención a los arroces. De postre, torrija caramelizada con helado de turrón. Plaza de Manuel Becerra, 12. Madrid.

Nixon en China, de John Adams, recrea la visita, en 1972, del entonces presidente de EE UU al país asiático en el marco del ceremonial maoísta en plena Guerra Fría. Gracias al riquísimo material documental, la producción sumerge al público en una reflexión sobre el choque cultural entre el Este y el Oeste, el poder, la propaganda dictatorial y la soledad de los líderes. La obra abarca arias, dúos, concertantes, coro y ballet, emulando la tradición operística decimonónica, pero con una escritura orquestal y un universo sonoro libre. Plaza de Isabel II. Madrid. Estreno 17 de abril. Crédito foto superior: Teatro Real. 

El príncipe Harry dijo "sí" a su padre. Asistirá a la coronación de Carlos III el próximo 6 de mayo. Pero lo hará en solitario, sin Meghan ni los niños. La esperadísima confirmación tardó más de un mes y llegó el pasado 12 de abril. Tanto apuró el duque en confirmar su asistencia, que se saltó el plazo que había marcado el protocolo por 9 días. Los rotativos británicos ponen ahora el foco en el porqué de esa demora en su respuesta.