Groenlandia, territorio autónomo del Reino de Dinamarca, ha regresado al foco mundial por el renovado interés en su adquisición del presidente Donald Trump que no ha descartado medidas coercitivas para hacerse con ella. Esta isla situada entre los océanos Atlántico y Ártico, una cuarta parte de su superficie cubierta por hielo de forma permanente y apenas 56.000 habitantes, ha sido objeto de deseo estadounidense y de otros países en el pasado por una mezcla de factores geopolíticos y económicos. Sobre este último interés, el deshielo de la isla ha revelado en el último tiempo la riqueza de las reservas minerales de este territorio.