
El batacazo de las grandes tecnológicas del pasado lunes y la tímida corrección de las últimas horas suscitan un par de preguntas que últimamente planeaban en el ambiente bursátil: ¿Existe riesgo de pinchazo en el globo de la Inteligencia Artificial? o, por el contrario, ¿el aerostato podría perder aire y seguir en todo lo alto? La frialdad de los números, con pérdidas momentáneas de valor de 1,4 billones de euros (comparables a todo el PIB español), invita a pensar en un reventón en toda regla.
En cualquier caso, conviene no dejarse llevar por las prisas y aplazar semejante opinión unas cuantas semanas, para tomar perspectiva del asunto sin calentones ni sensacionalismos. Pase lo que pase en los próximos días, el fenómeno provocado por la empresa china DeepSeek merece una reflexión pausada sobre la presunta fragilidad de los gigantes tecnológicos estadounidenses que hasta ahora mueven el mundo. Basta un diminuto y desconocido elemento procedente de China (y no es la Covid-19) para poner patas arriba el sistema.
1. ¿Qué ha hecho DeepSeek para que su presencia revolucione la IA?
El mérito de la joven empresa china consiste en haber creado una plataforma de Inteligencia Artificial capaz de situarse a la altura tecnológica de los más poderosos... pero con una extraordinaria eficiencia en el uso de los recursos utilizados. Es decir, con muchísimos menos GPU que sus iguales estadounidenses, la startup china logra resultados semejantes. La GPU es el acrónimo de unidad de procesamiento de gráficos, equivalente a chips diseñados para realizar cálculos matemáticos a alta velocidad que hasta hace unos años resultaban fundamentales para los videojuegos o el minado de criptomonedas y que últimamente han encontrado un filón en la Inteligencia Artificial. Precisamente ese uso ha catapultado a Nvidia hasta el tercer puesto de las empresas más valiosas del planeta. Pero ahora viene una empresita china para demostrar su capacidad para resolver de forma satisfactoria complejos matemáticos en el 97% de los casos, con la salvedad que la factura económica y energética de las respuestas del otro lado del Atlántico son comparativamente carísimas en relación con la asiática.
2. ¿Quién ha provocado el terremoto en el parqué tecnológico?
Como casi siempre, los medios de comunicación tiene su porción de culpa. En concreto, de la revista Nature, paradigma de rigor y prestigio. La publicación estadounidense describió el pasado lunes en la antigua Twitter, poco antes de la apertura de la sesión en Wall Street, que el "DeepSeek-R1, un modelo de lenguaje de IA producido en China, está entusiasmando a los científicos como rival asequible y abierto de modelos de "razonamiento" como el O1 de OpenAI". Si esto es verdad, y debe serlo diciéndolo quien lo dice, ciertas empresas podrían valer mucho menos de lo que se presupone. Llegar a esa última conclusión y proferir órdenes de venta fueron todo uno.
3. ¿Hacen falta tantas alforjas para tan poco viaje?
Leído el referido tuit de Nature, miles de inversores hicieron sus cábalas para pensar que quizá no hace falta gastarse tanto dinero en las inversiones en IA cuando otros llegan al mismo camino con una centésima parte de los gastos. Y la última frase no es metafórica: el desarrollo de la IA de DeepSeek ha costado seis millones, frente a los 600 millones del mismo trabajo de Meta, por ejemplo. Una vez que el ser humano tiende a pensar mal ante la menor suspicacia, la comunidad inversora se planteó el lunes, de forma simultánea, si ciertos valores bursátiles podrían estar inflados, empezando por Nvidia, autoproclamado líder mundial en IA.
4. ¿Por qué ningún analista fue capaz de anticipar el colapso del Nasdaq?
Tampoco estuvo al tanto para prevenir el fiasco en los mercados ninguna afamada consultora ni gurú ni periodista especializado. Los mismos que ahora ya se olían desde hace tiempo el peligro. Algo parecido ya ocurrió con la crisis del subprime, aunque comparar ambos sucesos ahora se antoja exagerado.
5. Estados Unidos obligó a China a 'cambiar de chip'
No queda otra, China tuvo que cambiar de chip y convirtió la necesidad en virtud. Para encontrar el origen remoto de los acontecimientos hay que remontarse al 7 octubre de 2022. En aquella fecha, la administración Biden publicó un catálogo de medidas de control a la exportación con destino a China, que prohibían las relaciones con empresas de aquel país para comercial con chips avanzados o de última generación. El expresidente pensaba que EEUU se aseguraba el control de la tecnología más poderosa desde la irrupción de Internet. Pero el tiempo ha demostrado que aquello problemas chinos tornaron en oportunidades. "Si resulta imposible adquirir la ultima tecnología de Nvidia, no queda otra que adaptarse a lo que tengamos a mano, como dicta la ley de la evolución", pensaron en los conciliábulos científicos de China. Al momento, el fundador de DeepSeek alistó a decenas de los mejores matemáticos e ingenieros de las universidades de Pekín con el reto de encontrar atajos a golpe de ingenio. La audacia y la creatividad hicieron el resto. El primer paso consistió en crear una plataforma de IA basada en la filosofía colaborativa del código abierto, susceptible de enriquecerse técnicamente sin distinciones de fronteras, países y nacionalidades.
6. ¿Cómo logra DeepSeek ser más eficiente que los gigantes estadounidenses?
De manera más o menos entendible, el valor diferencial de DeepSeek consiste en haber diseñado un lenguaje de Inteligencia Artificial que prioriza el pensamiento sobre los resultados. Les importa más la genialidad en el desarrollo de los problemas que la propia resolución de los mismos. Así trabaja el cerebro humano, capaz de resolver las cuestiones que tiene por delante de la forma menos costosa y eficiente. Los algoritmos lo aguantan casi todo, por lo que esta forma de trabajar podría crear escuela ante el futuro de una tecnología hasta ahora en colosos con pies de barro.
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