
Ahora sí que sí. Un año más tarde que nuestros principales vecinos europeos y con más expectativas que realidades, el consumo del 5G comenzará en los próximos días a popularizarse en España. Así lo ha decidido el conjunto de las telecos del país tras su generalizado y casi coincidente encendido de las redes. Con la excepción de Vodafone, que lleva ofertando el servicio desde junio de 2019, Telefónica comenzó a compartir la tecnología la semana pasada, mientras que Orange y Yoigo (MásMóvil) se han sumado en las últimas horas.
Pese al repentino interés de la mayoría de las telecos habilitar la nueva generación de telefonía en España, en ningún caso percibiremos el 5G como un fenómeno de masas. Ni mucho menos. Pese a que el precio de este tipo conectividad será el mismo que el 3G o el 4G, el usuario pagará el capricho a través de su plan de datos. En concreto, aquellos que no tengan tarifas planas ilimitadas se encontraran con la desagradable sorpresa de fulminar todos sus gigas en apenas unos segundos, en el supuesto de que se lancen alegremente a realizar descargas de alta velocidad. Es verdad que una película puede descargarse en el móvil en tres segundos, pero para esa actividad no se ha inventado el 5G. Por el contrario, tan cuantiosas inversiones -5.000 millones entre las 'telecos' españolas y 50.000 millones en Europa- se prevén amortizar gracias a los usos industriales de la tecnología, especialmente en la industria 4.0, el Internet de las cosas, la robótica y el coche autónomo, entre otros.
La alta velocidad de conexión -con velocidades de 2 Gbps, diez veces más rápidas que el mejor 4G del momento- y los tiempos de respuesta de un par de milisegundos estarán al alcance de un pocos. De hecho, el despegue del 5G convivirá con cinco limitaciones: la cobertura aún parcial de la tecnología, por ahora reducida a determinadas áreas de grandes ciudades; el escaso parque instalado de dispositivos compatibles con el 5G entre los ciudadanos, debido a los altos precios; la bisoñez de los modelos de negocios capaces de aprovecharse del potencial de las altas velocidades y capacidades de la súper banda ancha móvil; las limitaciones del espectro, por ahora reducido a la banda de 3,6- 3,8 GHz; y el escaso entusiasmo de los operadores por acelerar el despliegue y comercialización del 5G cuando el 4G no lo tienen amortizado y aún ofrece muchísimo recorrido.
El hito que puede marcar un antes y un después en la joven historia del 5G español promete llevar el sello de Apple. La compañía de la manzana ya dinamizó el mercado español de las telecomunicaciones hace doce años, cuando acompañó el estreno de su primer iPhone con la contratación de tarifas de datos. Ahora, el gigante de Cupertino promete convertirse en el animador del 5G entre los consumidores con el inminente lanzamiento de la primera familia de los móviles de la manzana compatibles con la nueva generación de telefonía.
Todo apunta a que el próximo octubre, el 'iPhone 12' estará en el escaparate global, y sus usuarios querrán comprobar al instante las ventajas en velocidad, capacidad y tecnología del prodigio. Hasta hace poco mas de una semana, solo Vodafone España disponía de redes 5G disponibles, de forma que los clientes de otros operadores con terminales de Quinta Generación no podían aprovechar las prestaciones de sus terminales. La situación ha dado un vuelco en los últimos días. Movistar encendió sus redes 5G en las principales ciudades con el compromiso se extender la cobertura del 5G al 75% de la población antes de finales de año, y Orange reaccionó al instante con una propuesta similar, inicialmente en las zonas más concurridas y céntricas de cinco de Madrid, Barcelona, Valencia, Bilbao, Sevilla y Málaga. El último en mover pieza ha sido MásMóvil, que igual que sus rivales ya estaba en condiciones técnicas de subirse de forma inmediata al carro del 5G.