Eduardo Olier
- 07/01/2016, 23:10
07/01/2016, 23:10
Thu, 07 Jan 2016 23:10:36 +0100
En general, 2015 se ha movido entre inestabilidades y no ha terminado bien. Y 2016 encara los serios problemas que ensombrecen la economía global. Gracias a la caída de los precios del petróleo, las inacabadas reformas y un insuperable año turístico por el hundimiento griego y el terrorismo islámico que asoló París y se movió por el norte de África, España, sin embargo, vivió en 2015 su oasis particular, que dejará de serlo en 2016 por esa peculiar característica tan española de crearse problemas cuando todo va mejor. Es el drama histórico de este enigmático país, como lo describió hace años Claudio Sánchez-Albornoz. Un país que suele perder el paso de la historia metiéndose por intrincados vericuetos. Cuya clase política actual parece beber sus conocimientos de la serie televisiva Juego de Tronos y poco sabe de Cicerón cuando alertaba del peligro de separar lo útil de lo honesto que, en nuestro caso, podría servir para sortear los problemas aplicando, entre otras cosas, el principio de la "buena fe".