
Todavía hay quien se atreve a decirle la verdad a Vladimir Putin incluso cuando son verdades dolorosas e incómodas. La economía de Rusia está colapsando en tiempo real, lo que llevó el ministro de economía a sentenciar que el país estaba al borde de la recesión. Ahora, otro ministro ha reconocido otro obstáculo o escollo aún mayor, porque este va a limitar el crecimiento potencial del país durante años: en 2030 van a faltar más de 10 millones de trabajadores en Rusia, lo que junto a la marcha de multinacionales y empresas punteras en tecnología podría generar una larga travesía por el desierto para la economía rusa. Todo ello mientras que se fragua una crisis de impagos que trae de cabeza a la banca rusa.
En el corto plazo, Rusia está al borde de una recesión. Maxim Reshetnikov, ministro de Economía, declaró hace unas semanas en la conferencia económica insignia del presidente en San Petersburgo que "las cifras muestran que la economía se está enfriando... Pero todas nuestras cifras son un reflejo de la situación. A juzgar por la confianza empresarial actual, prácticamente ya estamos al borde de una recesión", declaró el ministro.
"La recesión a la que se enfrenta Rusia no es un defecto, sino una característica de su política de militarización, lo que refleja las desventajas inherentes de priorizar la defensa —no solo de los intereses nacionales rusos, sino del propio régimen— sobre el desarrollo", explican Benjamin Hilgenstock y Elina Ribakova, investigadores de Bruegel en una nota publicada la semana pasada.
Esta misma semana, los economistas de JP Morgan han rebajado las previsiones de crecimiento para la economía de Rusia hasta el 1,1% interanual este 2025, pero con el primer trimestre del año en plena contracción (el PIB se ha contraído un 3,1% anualizado y un 0,6% trimestral). Aunque la previsión aún sigue siendo positiva, todo hace indicar que la economía se está desacelerando a gran velocidad. La economía se está viendo acechada por varios frentes que van desde los problemas de la banca hasta la falta de mano de obra... para terminar con la inflación.
Historia de una recesión anunciada
La economía se ha mantenido vibrante durante los últimos años por el elevadísimo gasto en defensa. En PIB contabiliza del mismo modo la producción de un tanque que la de una sofisticada máquina que sirva para producir apartados médicos que salvan vidas. Aunque el tanque sea para destruir y el dispositivo médico para salvar vidas, si ambos bienes tienen un precio final similar, su impacto en el PIB será el mismo. Lo mismo ocurre con la fabricación de un caza y la de un brazo robótico industrial que ayude a incrementar la productividad en una fábrica de coches. El caza destruye y el brazo robótico ayuda a producir más bienes futuros, sin embargo, ambos entran en el PIB de forma similar. Moscú lleva años expandiendo su economía a base de producir armas e incrementar el gasto militar, pero esa 'inversión' no ayuda a producir más bienes en el futuro ni a mejorar la vida de los rusos, al menos en términos materiales (habrá rusos muy felices con la invasión de Ucrania).
Los investigadores de Bruegel lo explican de una forma más detallada y señalan que en 2023 el gasto presupuestario, las medidas contra las sanciones y el crecimiento del crédito impulsaron la inversión, la construcción y la actividad económica general. El sector militar-industrial fue el más beneficiado, al igual que el consumo privado, impulsado por los pagos relacionados con la guerra y el elevado crecimiento de los salarios reales derivado de la escasez de mano de obra. Con todo, el PIB de Rusia creció un espectacular 4,1% tanto en 2023 como en 2024.
"Sin embargo, a mediados de 2023, comenzaron a aparecer indicios de sobrecalentamiento económico. El desempleo alcanzó mínimos históricos (con tan solo un 2,3%, un nivel alarmantemente bajo para cualquier mercado emergente), mientras que el crecimiento salarial y la inflación se aceleraron. En respuesta, el Banco de Rusia elevó los tipos de interés del 16% en julio de 2023 al 21% en octubre. Aun así, dado que gran parte de los préstamos se realizaban a tipos subvencionados y el complejo militar-industrial se encontraba protegido por la contratación pública, las subidas de tipos afectaron principalmente a los sectores no relacionados con la guerra", sostienen estos expertos.
El pinchazo de Rusia en tiempo real
De este modo, "a finales de 2024 y principios de 2025, se hicieron evidentes indicios de desaceleración económica. Incluso el sector militar-industrial comenzó a estancarse. La economía se había topado con sus limitaciones de oferta y el Banco de Rusia se centraba en controlar la inflación". Los últimos datos muestran que en el primer trimestre de 2025, el crecimiento anual se desaceleró a un estimado del 1,4% interanual, frente al 4,5% del último trimestre de 2024. Esto supone una contracción de la actividad del 0,6% en comparación con el trimestre anterior, la primera contracción trimestral desde el segundo trimestre de 2022, según los propios datos del instituto de estadística ruso. La economía de Rusia está en plena caída.
"Esta contracción se ha visto impulsada por la caída de la actividad en minería, comercio, actividad inmobiliaria y ocio, que el crecimiento en agricultura, manufactura y administración pública no logró compensar. Además, el indicador mensual de Rosstat sobre el desempeño de las principales industrias muestra que las dificultades de la economía se han extendido más allá del primer trimestre de 2025. Aun así, lo peor para Rusia está aún por llegar. Es aquí donde se produce la otra verdad que incomoda a Rusia. La guerra ha provocado que miles de jóvenes se marchen del país, mientras que otros tantos están ocupados en el frente o produciendo armas. Un país que ya venía arrastrando problemas demográficos de largo, ahora se ve con una escasez de fuerza laboral que se va a agudizar en los próximos años. Rusia puede acabar siendo un país muy envejecido, pobre y atrasado tecnológicamente. Rusia se enfrenta a una amenaza económica a largo plazo que podría perdurar más allá de la guerra en Ucrania y las sanciones occidentales: una crisis demográfica cada vez más profunda.
Una enorme crisis demográfica
A mediados de julio, el ministro de Trabajo, Anton Kotyakov, subrayó la magnitud del problema durante una reunión con el presidente Vladimir Putin. "Hoy, según nuestras estimaciones, para 2030 necesitamos incorporar a 10,9 millones de personas a la economía", declaró Kotyakov a Putin, según una publicación del Kremlin.
Kotyakov afirmó que esta cifra es necesaria para reemplazar a 10,1 millones de personas que alcanzarán la edad de jubilación y crear 800.000 nuevos empleos. El ministro también explicó que si el crecimiento de la productividad no cumple con las previsiones actuales, podría haber "una escasez adicional de personal". Cabe recordar que en 2024, los nacimientos en Rusia descendieron a 1,22 millones, el nivel más bajo desde 1999, mientras que las muertes aumentaron un 3,3%, hasta los 1,82 millones, según datos oficiales. El año pasado, la población del país era de aproximadamente 146 millones.
El panorama demográfico es tan sombrío que la población del país podría reducirse a la mitad para finales de este siglo, según un informe del Atlantic Council, un centro de estudios, publicado en agosto. Las empresas ya están sintiendo la presión. Los empleadores recurren cada vez más a jubilados e incluso adolescentes para cubrir puestos, según informaciones a las que ha tenido acceso Bussines Insider.
La escasez de mano de obra ha disparado los salarios y alimentado la inflación, lo que ha añadido presión a una economía ya de por sí distorsionada por los gastos de la guerra. El futuro de Rusia es como mínimo lúgubre. En el corto plazo recesión y en el largo plazo una travesía por el desierto de la que no se atisba final por mucho que se mire al horizonte.