"Cuando el Ejército se empeña en campañas prolongadas, los recursos del Estado no alcanzan", advierte Sun Tzu en El arte de la guerra. Después de tres años de conflicto, las arcas rusas están vacías, la inflación está disparada y la moral está por los suelos. Hechos que el general chino también pronostica en el milenario tratado militar. La costosa campaña de Vladímir Putin para anexionarse parte de Ucrania e impedir que entre en la OTAN ha supuesto un drama humano que deja ya más de un millón de muertos entre ambos bandos, según un estudio del Centro para Estudios Estratégicos Internacionales; y una enorme factura económica para las siguientes generaciones. Ahora, el presidente estadounidense ha añadido un nuevo problema: Washington volverá a dar armas a Ucrania.
El ministro de Economía de Rusia, Maxim Reshetnikov, aseguró en el Foro Económico de San Petersburgo del mes pasado que el país está próximo a una crisis: "Las cifras muestran un enfriamiento y la percepción actual sugiere que ya estamos al borde de una recesión". La gobernadora del Banco de Rusia, Elvira Nabiullina, que se encontraba junto a Reshetnikov, advirtió que los "recursos" para el crecimiento económico se habían terminado. Esos recursos hacían referencia a "la fuerza laboral, la capacidad de producción, la sustitución de las importaciones; así como los recursos acumulados del presupuesto del Fondo Nacional del Bienestar, y la reserva del capital bancario".
Trump entra en acción
"Cuando tus armas estén sin filo y el ardor enfriado, tus fuerzas exhaustas y el tesoro disipado, los gobernantes vecinos aprovecharán tu desgracia para actuar", señaló Sun Tzu hace más de 2.500 años. Putin se enfrenta ahora a una situación de gran peligro: el frente lleva estancado los dos últimos años, con tímidos avances; Europa sigue apoyando financiera y militarmente a Ucrania, y a Trump se le ha agotado la paciencia.
El cambio de opinión del presidente de Estados Unidos, que acaba de anunciar que reanudará la ayuda militar directa a Ucrania, supone un auténtico revés para el mandatario ruso. El Kremlin ha lanzado repetidas soflamas contra la desunión de Occidente frente a la guerra, envalentonado por la disputa abierta entre Volodímir Zelenski y la mayor parte del aparato republicano estadounidense.
El actual inquilino de la Casa Blanca prometió en campaña que cesaría la ayuda a Kiev y detendría la guerra. Seis meses después, los misiles y drones siguen volando a ambos lados del frente mientras Rusia está cada vez más cercada económica y políticamente. En Siria ha habido un cambio de régimen que ha dejado sus bases militares del Mediterráneo casi desiertas; en el Sahel la presencia del Africa Corps se ha reducido considerablemente; Irán se encuentra debilitada frente a una Israel envalentonada por el apoyo cerrado de Washington, y el precio de los hidrocarburos anda en niveles bajos, lo que reduce los ingresos de las firmas energéticas rusas.
El renovado ímpetu de ayuda de Trump, que puede cambiar en cualquier momento como acostumbra el mandatario republicano, es el último contratiempo para Putin. Su sueño de conquistar Ucrania ante una OTAN cada vez más proactiva y una Unión Europea más fuerte se le escapa de las manos mientras los números rojos, los refugiados y los fallecidos no dejan de incrementarse.
Impagos, inflación y endeudamiento
La falta de los recursos que Nabiullina referenció están cocinando una catástrofe económica para el país. La inflación permanece por encima del 10% debido a la falta de mano de obra, que acrecienta una espiral salarial, y a los bienes cada vez más costosos por las sanciones occidentales y la guerra total. Aunque China se ha convertido en el principal cliente de Rusia (de ahí la referencia de la gobernadora a la "sustitución de las importaciones"), la economía eslava es muy dependiente de la industria militar. La guerra ha espoleado los tipos de interés por encima del 20% durante los últimos años. Sin crecimiento y con los precios por las nubes, Rusia se enfrenta al peor escenario macroeconómico: la estanflación.
Esa dependencia bélica es muy compleja de gestionar en una futura paz. Los altos salarios de los militares, cuyo sueldo mínimo arranca en los 200.000 rublos mensuales (2.100 euros); diez veces más que el salario mínimo del país, implican un problema después del conflicto. Desacoplar la economía de la guerra es una operación de alto riesgo que puede lastrar el futuro de Rusia como país.
Los altos niveles de inflación provocada por la guerra, la falta de mano de obra por las levas masivas, el exilio de cientos de miles de rusos y la barra libre de endeudamiento que alentó el Kremlin tienen contra las cuerdas al sistema financiero. Los bancos alertan de una oleada de impagos que puede atenazar a la economía nacional en los próximos 12 meses.