
Hace apenas cuatro meses que el coronavirus comenzó a contaminar la vida del planeta y también las costumbres. Durante estos 120 días la Covid-19 ha ido tumbando sectores industriales uno por uno como unas fichas de dominó. Sin embargo, hay una actividad que no solo no se ha venido abajo sino que ha multiplicado sus capacidades con un único objetivo: encontrar la solución a una pandemia que amenaza con quedarse en nuestras vidas para siempre.
Ante una situación de extrema gravedad como la que se vive en el mundo entero pero que en España ha echado raíces más profundas, hay que impulsar dos estrategias que deben desarrollarse en paralelo, porque no hay tiempo que perder. La enfermedad que se cobra la vida de cientos de miles de personas es un virus y ante él se necesita un tratamiento, primero, y una vacuna. La razón es que hay que curar a los ya enfermos con la misma diligencia que se busca la solución para que no vuelva a ocurrir en el próximo otoño.
La industria farmacéutica trabaja sin descanso en multitud de proyectos. Tanto en Europa como Estados Unidos hay varias compañías que están inmersas en ensayos clínicos, a lo que habría que sumar una iniciativa público privada entre la patronal farmacéutica continental (Efpia) y la plataforma IMI. Dentro de todos estos ensayos hay que destacar a cinco que ya tienen gran parte del camino recorrido y que además sus medicamentos ya se usan en hospitales con personas enfermas. Uno de ellos es el de Roche, que acaba de comenzar la Fase III (la última prueba clínica antes de poder acceder al mercado) con su medicamento Actemra. El medicamento fue aprobado el 5 de marzo en China para tratar complicaciones pulmonares derivadas del Covid-19.
La otra compañía suiza por excelencia, Novartis, está inmersa en ensayos clínicos con un medicamentos contra la malaria y el lupus llamado hidroxicloriquina. La farmacéutica asegura que en sus primeros pasos con animales se demostró que consiguen matar al virus y ahora están trabajando con humanos. Las esperanzas son muchas ya que Novartis está aumentado la producción de este fármaco y piensa donar 130 millones de dosis para todos los países que lo necesiten.
Otra de las compañías que están muy cerca de poder dar con la solución al coronavirus es Gilead. La norteamericana se encuentra desarrollando un ensayo Fase III con el medicamento Remdesivir y los resultados llegarán pronto. Con este medicamento hay ocho hospitales españoles trabajando en los estudios y todos están a la espera de ver la eficacia del tratamiento. Este medicamento fue señalado por la OMS hace semanas como el más prometedor pero la compañía aún no ha culminado todos los ensayos para dar una respuesta concluyente.
Hay muchas otras compañías trabajando incansablemente para encontrar un tratamiento contra el virus. Lilly, Merck, Takeda o Sanofi también trabajan sin descanso, pero también la Organización Mundial de la Salud, quien ha impulsado la plataforma Solidarity. En ella participan 10 países, entre ellos España, con el objetivo de reclutar pacientes que encajen con las necesidades de los ensayos clínicos.
La solución de mañana
Pero tan importante como un tratamiento hoy es una vacuna mañana. La mejor forma de luchar contra una enfermedad vírica es la inmunización, además de que también es la más económica. Aquí hay dos proyectos que sobresalen del resto, aunque es cierto que todos trabajan por ofrecer una solución.
El primer de ellos es el de Janssen, que además ha sido el único que se ha atrevido a poner una fecha: enero de 2021. La compañía iniciará los estudios clínicos en humanos en septiembre y anticipa que los primeros lotes de una vacuna para uso de emergencia estarían a comienzos del año que viene. La inversión de la compañía (que incluye la adaptación de sus plantas de fabricación) es de 1.000 millones.
La otra compañía que tiene encaminados sus trabajos es Curevac. La empresa alemana también comenzará sus ensayos a finales de verano.
Plasma convaleciente
El hospital madrileño Puerta del Hierro ha comenzado un ensayo clínico con una técnica que se ha usado contra otro tipo de enfermedades a lo largo de la historia: usar el plasma de un paciente curado para inyectárselo a un persona que está sufriendo la enfermedad. La idea, que no es nueva porque el pasado 14 de febrero las autoridades chinas ya anunciaron que lo estaban practicando, ha sido retomada desde el ámbito público en Madrid. Pero ni siquiera fue entonces un invento. En la gripe de 1918 ya se usó esta técnica y consiguió reducir la letalidad del virus a la mitad. Ahora, la ciencia y la técnica son muchos mejores que hace un siglo. El estudio cuenta con financiación pública del Ministerio de Ciencia e irá sumando pacientes hasta llegar a los 300. La técnica será mediante la transfusión directa de sangre de lo pacientes ya curados hacia los enfermos. Esto difiere de lo que hace la catalana Grifols en Estados Unidos, donde colabora para crear un medicamentos a través de la sangre de los enfermos.