Salud

Los dispositivos ponibles, un aliado fiel para la competición del día a día

  • El 89% de los usuarios que compran un dispositivo inteligente practican deporte
  • 2 de cada 5 españoles tiene un reloj inteligente, según Puntronic
Imagen: Dreamstime.
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El auge de los dispositivos que monitorizan la actividad apunta a un mayor interés por la salud y una práctica más profesionalizada del deporte. El 27% de los españoles tiene hoy una pulsera inteligente.

Pocas han quedado tan claras ya como la relación entre actividad física y buena salud. Sin embargo, hay cifras que subrayan su importancia de manera inequívoca. La Organización Mundial de la Salud (OMS) explica que la inactividad se ha identificado como el cuarto factor de riesgo para la mortalidad global -es decir, explicaría en buena medida un 6% de las muertes que ocurren en el mundo-.

Además, se estima que la falta de actividad física es la causa principal de entre el 21% y el 25% de los casos de cáncer de mama y colon; del 27% de los de diabetes y de aproximadamente un 30% de la incidencia de enfermedades de las arterias coronarias. No obstante, los beneficios de ser activos en este sentido no acaban ahí.

Siempre según la OMS, un nivele adecuado de actividad física -un concepto más amplio que el de ejercicio físico- en adultos reduce el riesgo de hipertensión, enfermedades coronarias, infartos, diabetes, cáncer de colon y de mama, depresión y el riesgo de caídas. También mejora la salud de los huesos y son un medidor clave del gasto de energía, por lo que resulta fundamental para controlar el peso y mantener un equilibrio.

Las ventas de 'wearables' crecieron un 82,3% en el último trimestre de 2019, según IDC

Por fortuna, estar sano no requiere forzosamente apuntarse al gimnasio. La OMS precisa que la actividad física incluye, por descontado, el ejercicio que hacemos de forma estructurada, pero también todo lo que nos movemos como consecuencia del trabajo, las tareas domésticas, los juegos, el transporte o las actividades lúdicas.

Los requisitos para llevar un estilo de vida saludable en este campo no son extenuantes: bastan 30 minutos de actividad física "de intensidad moderada" cinco días a la semana para cumplir las recomendaciones de la OMS. Por suerte para una población familiarizada con el confinamiento en el hogar, cosas como acarrear las bolsas de la compra -o a los niños- y subir escaleras son buenas fórmulas complementarias.

Medir el progreso ayuda

Así y todo, la emergencia y popularidad de los dispositivos ponibles -y en particular de los llamados fitness trackers- han hecho posible profesionalizar un tanto la actividad física cotidiana y evaluar nuestros progresos. Por ejemplo, las pulseras de actividad, los relojes inteligentes y, por supuesto los relojes deportivos, permiten conocer algo tan básico como cuántos pasos damos al día -aunque no solo eso-.

Esta versatilidad, unida a un precio decreciente, está quizá detrás del buen momento comercial que viven estos dispositivos. Según la empresa de investigación IDC, las ventas de dispositivos ponibles crecieron un 82,3% en el último trimestre de 2019, alcanzando un nuevo récord de 118,9 millones de aparatos vendidos.

Los dispositivos para oreja -earware-, como auriculares con capacidades para medir la actividad, representan el 50,7% de las ventas en 2019, pero en segundo lugar, con un 20,6%, están las pulseras, seguidas de los smartwatches, con el 27,5%. El año pasado, este tipo de pulseras incrementaron sus ventas en más de un 37%, hasta superar los 69 millones.

Gartner, otra prestigiosa compañía de estudios de mercado, no es tan optimista con respecto a este tipo concreto de dispositivo, pero pronostica un crecimiento sostenido de las ventas de relojes deportivos y, sobre todo, de los relojes inteligentes: de un mercado de algo más de 17.000 millones de dólares en 2019 a cerca de 27.400 millones en 2021, un 61% más. La competencia hará caer los precios un 4,5% en 2021.

En España, las previsiones son también halagüeñas. Según la firma de inteligencia empresarial Statista, el mercado de los wearables que pueden medir la actividad física rondará los 142 millones de euros en 2020, luego de un alza del 3,4%. Statista estima que las ventas seguirán creciendo en los próximos años, si bien a ritmos decrecientes.

Según la compañía de venta online de electrodomésticos Puntronic, un 27% de los españoles ya tiene una pulsera deportiva y un 21% poseen un reloj inteligente, tras un buen comportamiento de la demanda en la última campaña navideña, que registró un aumento del 20% en las ventas.

Por ello no es de extrañar que los wearables sean la principal tendencia mundial en el ámbito del fitness según el American College of Sports Medicine (ACSM), una asociación con sede en EEUU que integra a más de 50.000 académicos, entrenadores, médicos y otros profesionales de la salud y el deporte procedentes de 90 países.

Según esta asociación, que desde recaba cada año desde hace 14 la opinión de profesionales del mundo del fitness -más de 3.000 en la edición 2020- de países de todo el mundo, incluida España, los aparatos ponibles han sido la principal tendencia deportiva en cuatro de los últimos cinco años.

Un 27% de los españoles ya tiene una pulsera deportiva, según el distribuidor Puntronic

El atractivo de este tipo de tecnología deriva de su conexión con el teléfono inteligente: cualquier aplicación sobre dieta o ejercicio puede darle al reloj indicaciones sobre el entrenamiento que seguir por el usuario o el número de calorías que ingiere y quema. Ahora, las pulseras y relojes inteligentes miden las fases del sueño, el ritmo cardiaco, cuentan los pasos, informan sobre el ciclo menstrual de las mujeres e incluso ayudan a las embarazadas a prevenir la preeclampsia. Un reloj inteligente puede incluso localizar a personas extraviadas o avisar a una ambulancia si detecta un paro cardíaco.

Ideal para deportistas

Ahora bien, su utilidad a la hora de hacer deporte parece el principal atractivo de los wearables. Según Puntronic, el 89% de los usuarios que compran dispositivos ponibles practican algún deporte. Para los muchos aficionados al ciclismo o a correr, tener una pulsera inteligente o un smartwatch (si cuentan con opciones de compatibilidad o conexión con el móvil) se ha vuelto imprescindible.

Las prestaciones varían según modelos y precios, pero en general puede decirse que estos dispositivos ofrecen: conectividad 3G; localización por GPS, que informa sobre la topografía y navegación giro a giro en rutas específicas; pulsómetro, que monitoriza de forma continua cómo varía el ritmo cardiaco en distintos terrenos; podómetro; visualización de llamadas y mensajes; control de la música; sincronización con el móvil para visualizar las estadísticas del rendimiento, etc.

En disciplinas más demandantes, la tecnología ponible también ha revelado su utilidad. En deportes acuáticos, por ejemplo, estos dispositivos comprenden desde el clásico reloj sumergible a los especializados en natación en piscina o mar abierto, que analizan el número y tipo de brazada y la distancia cubierta, además de controlar los parámetros fisiológicos básicos de ritmo cardiaco, presión arterial, control del sueño, alimentación...

Los aficionados al buceo también pueden encontrar wearables que, además de la medición de los parámetros fisiológicos ya mencionados y de soportar cinco atmósferas de presión, indican la profundidad y el tiempo de la inmersión, y analizan segundo a segundo del nivel de nitrógeno acumulado en función de la profundidad y tiempo reales para que, a fin de evitar cualquier riesgo.

El cansancio, inevitable

Como acabamos de ver, los dispositivos ponibles acopian gran cantidad de información del usuario, un asunto que, en esta y otras muchas áreas, levanta suspicacias. Así, el informe Accenture 2020 Digital Health Consumer Survey -de momento solo están disponibles los resultados para EEUU- revela cierto cansancio en la adopción de herramientas de salud digital. Entre las razones, se alegan dudas sobre su seguridad y cierta desconfianza hacia el sector tecnológico.

El sondeo de la consultora muestra que, después de cuatro años de incrementos, en Estados Unidos y en 2020 son menos los usuarios que afirman usar aplicaciones de móvil o tableta que monitorizan la actividad: de un 45% en 2018 a un 35% en 2020. Al mismo tiempo, cae la proporción de usuarios de tecnología wearable que recopila información sobre la salud, sea esta médica o de consumo. En los próximos años veremos si el giro se convierte en una tendencia.

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