Opinión

Dieta equilibrada y ejercicio para añadir años a la vida y vida a los años

E l estilo de vida de un individuo se define como el conjunto de pautas, tradiciones, hábitos y comportamientos que, mantenidos en el tiempo, pueden constituirse en dimensiones de riesgo o de seguridad dependiendo de su naturaleza. En este sentido, tanto mantener una dieta adecuada como realizar una actividad física básica resultan dos pilares fundamentales a la hora de hablar de estilo de vida saludable.

La trascendencia de la alimentación y su impacto en la salud de las personas es tan evidente que muchos expertos defienden que "somos lo que comemos". La dieta forma parte del entorno que afecta a los individuos. Además, es un elemento de abordaje esencial en la promoción de la salud, en la prevención de enfermedades y en la rehabilitación de los pacientes que sufren enfermedades.

La dieta forma parte del entorno y afecta a los individuos; somos lo que comemos

Pero para comprender de lo que hablamos, resulta útil identificar las diferencias entre los términos alimentación, nutrición y dieta. Así, mientras la alimentación es voluntaria y consciente, y consiste en la obtención, preparación e ingestión de alimentos, la nutrición es el proceso involuntario e inconsciente mediante el cual los alimentos ingeridos se transforman y son asimilados por nuestro organismo. Por otra parte, la dieta es el conjunto de sustancias alimentarias que se ingieren formando hábitos o comportamientos nutricionales que forman parte del estilo de vida de las personas. Los tres conceptos son diferentes pero están muy interrelacionados.

Claves de la dieta saludable

Las claves de una dieta saludable consisten en consumir buenos alimentos que conduzcan a una correcta nutrición. Para lograr este objetivo, debemos saber enfocar el tema desde diferentes perspectivas y conocer los alimentos que consumimos: la inocuidad/seguridad, la cantidad, la variedad y la selección equilibrada de los mismos según las características de la persona.

La inocuidad/seguridad alimentaria es responsabilidad de todos, ya que los alimentos pueden contaminarse en cualquier punto de la cadena. Recordemos que los alimentos nocivos matan cada año a 420.000 personas y causan enfermedades a 600 millones en el mundo, el 40% de ellos niños menores de cinco años.

En los países desarrollados existen estrictos controles que certifican la seguridad de los alimentos

En países desarrollados, como en el que tenemos la suerte de vivir, existen estrictos controles que minimizan el riesgo y certifican la seguridad de los alimentos. Pues bien, partiendo de la base de que lo que comemos es seguro o inocuo de partida, de forma genérica, lo que aconsejan los especialistas es comer de todo. También advierten de la importancia en moderar las cantidades y combinar una dieta equilibrada y variada con algo de ejercicio físico. La cantidad de alimento dependerá de varios aspectos. Primero, el aporte energético que cada individuo necesite según la actividad que realice. Así, hidratos de carbono, proteínas y grasas deberían ofrecerse en cantidad, calidad y proporción adecuadas para un correcto ajuste metabólico. Segundo, el aporte plástico, que fundamentalmente consiste en la ingesta adecuada de proteínas para la construcción tisular y el aporte de ciertos minerales para la correcta funcionalidad de reacciones orgánicas esenciales, como la contracción muscular o la transmisión de los impulsos nerviosos.

Tercero, el aporte regulador, dado por la incorporación al organismo de vitaminas y minerales que permiten, por ejemplo, catalizar las reacciones bioquímicas que hacen posible la liberación de energía. Y, por último, el aporte de reserva, formado por los hidratos de carbono y grasas, como macronutrientes más efectivos para ser almacenados en el organismo de cara a colaborar en el metabolismo energético a la hora de realizar un esfuerzo físico.

Un contenido nutricional menor del necesario conduce a deficiencias y desnutrición

Para resumir al máximo la cuestión, un contenido nutricional menor del necesario conduce a deficiencias nutricionales y desnutrición. A lo que hay que sumar una disminución de la capacidad de defensa contras las enfermedades infecciosas y un aumento del riesgo de mortalidad. Por otro lado, una ingesta calórica excesiva conduce a un mayor riesgo de obesidad, trastornos cardiovasculares, resistencia a insulina, síndrome metabólico y a una mayor frecuencia en la aparición de tumores malignos.

Y es que la obesidad ha alcanzado proporciones epidémicas a nivel mundial. Como mínimo, cada año mueren 2,8 millones de personas a causa de la obesidad o sobrepeso, siendo en la actualidad un problema global, independiente al nivel de ingresos de los países (según datos de la OMS). Pero esto no es solo resultado de una ingesta excesiva de alimentos, sino de un desequilibrio entre lo que ingresamos y lo que gastamos en términos de calorías.

Sedentarismo

Desde hace más de 20 años, se ha evidenciado científicamente y cada vez con más fuerza que la falta de actividad física y el sedentarismo son causa de enfermedad; y que la práctica de actividad física tiene un efecto beneficioso y se traduce en una menor probabilidad de padecer patologías crónicas y muerte prematura. Todas las evidencias científicas confirman que la actividad física contribuye a la longevidad y a la mejora de la calidad de vida, no solo por sus beneficios fisiológicos mensurables, sino también por sus ventajas psicológicas y sociales. La intensidad y la carga de ejercicio físico serán determinadas de forma individual, pues dependerá de la condición física de cada persona.

Las estimaciones epidemiológicas apuntan a que el 5% de la población mundial se muere debido a la inactividad física, lo cual supone 3,2 millones de personas. Además, el sedentarismo supone un factor de riesgo para enfermedades tales como cánceres, obesidad, diabetes, hipertensión, retinopatía diabética, Alzheimer, depresión, etc.

En España, cuatro de cada diez españoles se declaran sedentario, lo que puede conllevar a graves consecuencias para el sistema sanitario español. En términos prácticos, la actividad física beneficiosa para la salud es aquella de intensidad moderada que se realiza diariamente, o casi todos los días, con una duración mínima de 30 minutos. Y, a su vez, se entiende por intensidad física moderada cuando aumenta la sensación de calor y se inicia una ligera sudoración. El ritmo de la respiración y de los latidos de corazón se incrementan pero aún nos permite hablar.

La actividad idónea

Y cuando se nos pregunta… ¿cuál es la actividad idónea o ideal?... la respuesta depende de cada persona, ya que ésta debe encontrar la actividad que más se ajusta a sus características y en la que se siente más cómoda. Podemos estar hablando de actividades deportivas o actividades de la vida diaria, lo más importante es la constancia y la regularidad. En definitiva, comer sano y hacer ejercicio físico saludable da vida y energía. Todo ello constituye la mejor pócima que conocemos para añadir años a la vida y vida a los años.

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