
Como bien sabemos, el dolor es una sensación subjetiva muy difícil de cuantificar, puesto que cada persona lo puede percibir de forma distinta. Entre los factores que pueden influir están algunos como la genética, el funcionamiento del sistema nervioso, el contexto social y cultural, la estructura corporal… Por este motivo, aunque resulta muy complejo determinar exactamente cuál es el dolor más intenso que puede experimentar un ser humano, médicos y científicos han logrado llegar a un consenso común después de varios estudios.
Según estos, el dolor más intenso es la neuralgia del trigémino o "tic doloroso". Esta afección causa un dolor intenso, similar al de una descarga eléctrica en un lado de la cara, debido a un nervio que se encarga de transportar señales de la cara al cerebro. En estos caso, incluso una ligera caricia o un roce puede dar lugar a una descarga de dolor, que aunque suele ser momentánea, puede llegar a mantenerse en el tiempo.
La Sociedad Española de Neurología (SEN) que el 0,3% de la población en España llegará a desarrollar neuralgia del trigémino a lo largo de su vida, un dolor que afecta a más de 35.000 personas, siendo más común en mujeres que en hombres y normalmente a partir de los 50 años.
El problema del diagnóstico tardío
Normalmente, el dolor se produce en la zona del pómulo y la mandíbula, aunque en algunos casos los pacientes pueden experimentar dolor en la zona ocular, no suele ser lo más habitual. Uno de los principales inconvenientes de esto es que en casi la mitad de los casos los pacientes obtienen un diagnóstico erróneo, lo que provoca un retraso en su correcta valoración.
Este intenso malestar se produce por la interrupción de la función del nervio trigémino, por ejemplo, por el contacto entre un vaso sanguíneo y este nervio. Otras causas de este pueden ser la esclerosis múltiple, un tumor, un accidente cerebrovascular o un traumatismo facial.
En general, el tratamiento de la neuralgia del trigémino requiere de medicamentos, aunque con el paso del tiempo puede ser que estos no resulten suficientes, llegando incluso a experimentar efectos secundarios desagradables. En este tipo de casos, es posible que sean necesarias inyecciones o cirugía. Si el trastorno se debe a otra causa como la esclerosis múltiple, puede que sea necesario un tratamiento específico.
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