
Lily Murphy, una mujer británica de 30 años y exusuaria habitual de camas solares, aboga porque prohíban estos servicios en su país después de que le diagnosticaran cáncer de piel cuando tenía solo 23 años, según publica Independent. En un primer momento, la paciente comenzó a experimentar dolor de espalda y de pecho, pero los médicos lo confundieron con síntomas propios de la ansiedad.
Posteriormente, tras varios análisis de sangre se confirmó que tenía un melanoma en etapa cuatro, es decir, la más avanzada. Ahora, ha de someterse a un tratamiento muy agresivo, puesto que la enfermedad ya se había propagado por el cuello y los pulmones. "Si pudiera evitar que una sola persona usara camas solares y evitar que pasara por lo que yo he pasado, sería un milagro", explica Murphy.
Primeros síntomas
Los primeros síntomas de la enfermedad se produjeron en 2018, cuando comenzó a notar que un lunar se le había oscurecido y comenzaba a sangrar, pero los médicos le dijeron que no era nada de qué preocuparse. Según cuenta su experiencia, comenzó a ir a salones de bronceado con el fin de tener un color más moreno en la piel antes de realizar un viaje a Vietnam y Bali con sus amigos.
Cuando regresó de este viaje, visitó al médico para obtener una segunda opinión del lunar, el cual le aplicó un tratamiento de eliminación de melanomas. En este caso, logró parar a tiempo la enfermedad, pero unos años más tarde volvió a sentirse mal de nuevo. Tras varios viajes a urgencias, los médicos le dijeron que simplemente era ansiedad. Hasta que un análisis de sangre le confirmó que se trataba de un cáncer avanzado.
La joven se sometió a algunos tratamientos de curación fallidos, no fue hasta febrero de este año cuando comenzó uno que consiguió reducir realmente su cáncer.
Los peligros de la radiación UV
Numerosos estudios han revelado que la radiación UV tanto del sol como de las camas solares pueden conllevar un riesgo elevado de padecer cáncer de piel. La radiación UV se divide en tres grupos principalmente: UVA, UVB y UVC. Los primeros son los que más pueden causar envejecimiento en las células de la piel, al tener efectos en el ADN.
Por esta razón los expertos advierten de la importancia de protegerse en la medida de lo posible de la radiación UV del sol, así como de otras fuentes artificiales. Vestirse con prendas que cubran brazos y piernas, protegerse la cabeza con gorras o sombreros, utilizar gafas de sol, utilizar una crema solar con protección alta, así como evitar las horas de más calor son algunas de las medidas más aconsejables.
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