
La llegada del verano pronostica, además del buen tiempo, el fin del curso escolar y con él los temidos exámenes finales. Además, con la selectividad a la vuelta de la esquina es habitual que muchos estudiantes comiencen a sentir ansiedad, nervios y bastante estrés antes y durante este proceso.
Por este motivo, resulta clave saber manejar los nervios con el objetivo de que no logren "jugar una mala pasada". Sudor en las manos, dolor de estómago, sensación de sequedad en la boca y temblores por todo el cuerpo son algunos de los síntomas más comunes que nos bloquean y hacen que todo lo que sepamos quede en vano.
Qué le ocurre a tu mente durante un examen
Este tipo de ansiedad es la denominada por los psicólogos como ansiedad de ejecución y se da en situaciones en las que existe una gran presión por llevar a cabo una tarea muy bien, pero se teme no conseguir hacerlo exitosamente. El estrés produce una liberación de adrenalina en el cuerpo, una hormona que lo prepara para reaccionar ante una situación de peligro.
Los nervios previos a un examen son una sensación que experimentan aquellas personas que tienden a preocuparse en exceso y que son muy perfeccionistas. De igual manera, las personas que no se han preparado suficientemente bien un examen pueden sentir este miedo e inseguridad al no dominar correctamente la material.
Técnicas
Entre las mejores técnicas para aprender a controlar la ansiedad, se encuentran algunas como:
- Focalizarse en aspectos positivos en lugar de en los negativos. Ante situaciones como las de antes, lo habitual es pensar "voy a suspender", "seguro que sale algo que no he estudiado"… Es mejor tener en la mente ideas como "voy a aprobar, porque me lo he preparado", "cuando termine podré hacer un plan genial"…
- El estrés te "activa". Aunque sean situaciones agobiantes, el estrés permite que te actives y que puedas ser más disciplinado.
- Una buena preparación. Si bien durante un examen pueden influenciar múltiples factores, la realidad es que la clave reside en el estudio.
- Practica técnicas de relajación. La meditación, los ejercicios de respiración o el mindfulness pueden ayudar en momentos en los que se produzcan grandes picos de estrés.
En cualquier caso, si a pesar de estas recomendaciones el estrés y la ansiedad supone un gran impedimento para el correcto desarrollo del día a día, lo más recomendable es consultar con un profesional para que pueda ofrecerte otras herramientas.
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