
Una de las tareas más difíciles probablemente sea la de criar a un hijo. Más allá de poder estar atento a que todas sus necesidades básicas estén cubiertas, un buen cuidado de la salud mental de estos también es imprescindible con el fin de que logren ser adultos con inteligencia emocional que sean capaces de enfrentarse a cualquier tipo de situación.
Las claves
La experta en crianza Reem Raouda explicó a la CNBC que tras varios años estudiando más de 200 relaciones entre padres e hijos, ha descubierto las claves que han desarrollado aquellos padres que han conseguido que sus hijos sean más felices que el resto de niños.
Así, la primera de las cosas que explica Raouda es la importancia del silencio como forma de gestionar los momentos donde las emociones les desbordan: "Cuando su hijo estaba molesto, se sentaban en silencio a su lado, ofreciéndole consuelo sin palabras".
Nunca reprimir las emociones
Según esta experta, hablar de las emociones habitualmente ayuda a los más pequeños a identificarlas temprano, lo que les permite expresarlas abiertamente en lugar de reprimirlas. Por otra parte, contrario a lo que se pueda pensar, nunca 'obligaban' a sus hijos a mencionar frases típicas como 'por favor', 'gracias' o 'lo siento': "Si su hijo olvidaba dar las gracias, el padre lo decía por él, seguro de que la lección se le quedaría guardada en la memoria". Sin embargo, los padres sí reconocían cuando se equivocaban y no dudaban en disculparse con sus descendientes.
"Si su hijo olvidaba dar las gracias, el padre lo decía por él"
Por otro lado, es evidente que en muchas ocasiones las preocupaciones de los más pequeños realmente no sean de gravedad a vista de los adultos, si bien nunca hay que menospreciarlas. Cuando se validan este tipo de sentimientos, demuestran que las emociones son importantes, lo que fomenta la autoestima de los menores. Cabe recalcar, que a pesar de esto, no siempre les resolvieron este tipo de conflictos: "En lugar de resolver problemas, preguntaban: '¿Qué crees que deberíamos hacer?'".
En muchas ocasiones, la resolución de estos problemas de forma autónoma pasa por dejar que los niños se aburran. Por sorprendente que parezca, el aburrimiento desarrolla la creatividad y la autorregulación de las emociones. Es muy importante que aprendan a disfrutar de su propia compañía y a disfrutar de momentos de tranquilidad.
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