
Adolfo Domínguez presentó ayer su nueva colección primavera-verano para 2023. Las ventas de la compañía se dispararon hasta noviembre de 2022 un 22,6%, lo que ayudó a mejorar el resultado neto, aunque todavía tienen que afrontar pérdidas de 2,2 millones de euros. La presidente ejecutiva, Adriana Domínguez, asegura que "desde 2016 estamos dando la vuelta a la compañía".
Los últimos resultados de la compañía son bastante buenos. Logran mejorar tanto ventas como el resultado. ¿Qué perspectivas tenéis de cara a este 2023?
Al ser una empresa que cotiza en Bolsa, no te puede dar una predicción. Lo que, si te puedo contar, es que todo lo que teníamos que hacer con la empresa lo llevamos haciendo desde 2016, cuando empezamos a darle la vuelta. Es cierto que la pandemia nos frenó y fue un revés para todos, ahora poco a poco estamos recuperando esta trayectoria que ya teníamos marcada. De hecho, estamos viendo ya una cifra de ventas que supera a los niveles pre pandemia. A nivel e-commmerce, por ejemplo, el dato ha disminuido. Aunque es normal, durante la pandemia se disparó hasta el 20% y ahora ronda el 10-13% de las ventas del total.
En los últimos resultados tenías 343 tiendas, pero en 2022 eran de 348. ¿A qué se debe esta tendencia a cerrar establecimientos?
El mundo del retail está en constante cambio. Estamos abriendo y cerrando tiendas siempre. Las tiendas que hemos cerrado hasta ahora son porque o bien no tenían el ebitda que esperábamos o porque simplemente se han sustituido en otros lugares. De hecho, de cara a este 2023, tenemos un plan de expansión y de aperturas de tiendas, aunque el dato todavía no es público. Estamos todos las semanas con planos de nuevas tiendas que yo misma me encargo de supervisar.
Estas nuevas tiendas, ¿dónde se abrirán?
Las aperturas son principalmente fuera de España, porque a nivel nacional ya tenemos mucha cobertura. Un sitio que estamos barajando es Oriente Medio y seguir abriendo tiendas en Latino América.
¿Van a apostar por una digitalización de las tiendas?
Apostamos por la digitalización, pero no necesariamente en las tiendas. En este momento, apostamos por el cuidado del cliente y asesorarle. Todo esto requiere de un acompañamiento. No obstante, sí que es importante agilizar, por ejemplo, la salida de la caja. Sobre todo en momento puntuales como son las rebajas, que tiende a acumularse mucha gente. Además, para ello, estamos flexibilizando los puntos de pago para que sean más rápidos.
Ahora varias compañías del sector han decidido que las devoluciones de los pedidos tengan un coste, ¿se están planteando esto desde la compañía?
No, en este momento no tenemos coste de devolución. Es una devolución gratuita porque entendemos que nuestros clientes tienen un comportamiento responsable. Te puedo decir incluso que tenemos unas tasas de devoluciones muy inferiores a las normales de mercado.
¿Tiene la misma evolución vuestra marca en otros lugares?
Nos expandimos en muchos países cada año y elegimos aquellas ciudades que tienen una clase media asentada, porque digamos que tenemos una propuesta de ropa que tiene cualidades de lujo, como es la calidad o la exclusividad, aunque con un precio más asequible.
Respecto a la sostenibilidad, ¿qué medidas estáis llevando a cabo?
La pandemia frenó en seco porque la primera sostenibilidad de una empresa es la económica. Pero al final fue una gran oportunidad para transformarnos, y así aceleramos la producción de cercanía. Además, con toda la escalada de costes que hubo y los cierres de fábricas, más los retrasos en entregas, tomamos la decisión de trabajar con países más próximos, como Portugal. A día de hoy podemos decir que un 36% de nuestra producción es de cercanía, aunque el resto si es cierto que siguen procediendo de China, India, Egipto e incluso Turquía. También apostado por "educar" al consumidor por medio de campañas, porque se sostenible muchas veces es comprar piezas de mejor calidad. Consumir diferente es sostenibilidad.
¿Qué opina de la ropa de segunda mano?
Darle más usos a las prendas es bueno. Pero para que la ropa esté pensada para que dure muchos años, la ropa también tiene que estar hecha de otra forma. La ropa de los años 80 y 90 estaban pensadas para durar más y estaban pensadas para que duraran más. Ahora el cliente es como que se ha desacostumbrado a querer invertir más dinero en la ropa para que le dure más tiempo. Al final la ropa se ha democratizado, y la ropa fast fashion ha permitido que la moda llegue a todo el mundo y que cada consumidor se vista con su estilo. Pero se nos ha ido de las manos, porque muchos países en desarrollo ahora quieren seguir el mismo boom del consumo que nosotros ya hemos vivido. El problema es que el planeta no puede hacer frente a todo este desperdicio.