El año 2019 que acabamos de empezar será crucial para la credibilidad y permanencia del PSOE en el poder. Año electoral, sin discusión, con tres citas fijadas para el 26 de mayo, y en el que Pedro Sánchez se juega mucho. Del tipo de negociaciones que trajine estos días con los independentistas dependerá su futuro, al que también va ligado el del Partido Socialista.
Una mala jugada con el procés, un desliz con los indultos, o una concesión más de la cuenta, pueden ser abrasadores para un presidente que necesita Presupuestos Generales para dar sentido a su permanencia en el Gobierno, con la resistencia de 84 diputados.
El precio del voto
Los independentistas catalanes, entre cal y arena, pero con reivindicaciones clásicas como el referéndum pactado de autodeterminación o las medidas a favor de los presos o prófugos de la justicia por el conocido procés, no están dispuestos a entregar su voto a Pedro Sánchez si éste no ofrece antes una contrapartida de propuestas. Enero es una fecha importante, pero marzo lo será aún más.
Por eso, el encuentro entre Gobierno y Govern no se puede dilatar mucho. En efecto, el anteproyecto de los Presupuestos entra en el Congreso de los Diputados en febrero, y para esas fechas el Ejecutivo calcula que ni PDeCAT ni ERC presentarán enmiendas a la totalidad.
Ese trance, el primero, parece relativamente fácil. Probablemente, los independentistas estirarán el chicle y no serán tan exigentes en el mes de febrero como a finales de marzo, momento en el que ya no les quedará más piruetas que hacer en el aire que reconocer si apoyan o no las Cuentas Públicas de Pedro Sánchez.
Estos meses previos a la primavera estarán envueltos en el cieno. El juicio del procés arranca a finales de enero, y las 21 exigencias de Quim Torra estarán día sí y día también en todas las portadas de los medios de comunicación. Los vasos comunicantes se abrirán para mezclar en su interior el desarrollo del juicio, las imágenes de los políticos presos, las de sus seguidores, los manifestaciones a favor en la calle. Y todo eso, con la letra pequeña, el detalle de los Presupuestos, donde políticos como Ana Oramas, de Coalición Canarias, ya han denunciado que los ministerios han cerrado el grifo a los convenios comprometidos con las islas, mientras brindan 200 millones a las autoridades catalanes, para hacerse "la foto" con Quim Torra el 21D.
En este tránsito presupuestario, y cuando todavía estamos en los preliminares, Sánchez soporta la presión de los independentistas, e incluso la humillación de un Carles Puigdemont, que desde su escondite europeo se pregunta "quién manda en el PSOE", ahondando más en la herida que supura por las costuras del Partido Socialista.
El viaje ideológico
Buscar el centro ideológico, como aspira el círculo áulico del presidente Sánchez, se antoja complicado. Barones y alcaldes socialistas temen que las negociaciones y los acuerdos de Sánchez con el independentismo catalán puedan dejar demasiados jirones en las urnas. A ellos, primero, y a Sánchez, después. En realidad, efectos colaterales que ya se tradujeron en el resultado de las elecciones andaluzas, y que no solo perjudicaron al PSOE de Susana Díaz. La marca blanca de Unidos Podemos en Andalucía también se quedó tocada.
Con esta impresión de soledad que se transmite desde en los altos cargos del PSOE hasta en el concejal más recóndito de la geografía española, la alternativa de Sánchez se retuerce: quedar en manos del procés y de sus demandas para aguantar en Moncloa y tener Presupuestos o, escenificar una ruptura con los soberanistas, en el último momento.
La solución política de un nuevo Estatuto para Cataluña, con bastidores y guiños soberanistas, una suerte de requiebro para panear entre el todo y la nada, parece un un conejo en la chistera, que no da la impresión de que vaya a reportar grandes beneficios. Puede que valga para un voto a cambio de los Presupuestos, pero también que ese voto, como dijo el expresidente Alfonso Guerra, "sea una jugada hábil, pero no solida".
La ventaja del centro derecha
Según la última encuesta municipal realizada por GAD3 para el diario ABC, justo después de las elecciones andaluzas, la ventaja del centro derecha (con la suma del Partido Popular, Ciudadanos y Vox) se dispara 12 puntos en el conjunto de las capitales. Además, el sondeo remarca cómo los alcaldes populistas que llegaron al poder en 2015 se desinflan, siendo el caso más significativo el de la ciudad de Madrid. Si se hace la suma por bloques del número de concejales en capitales, el resultado final sería: 677 para el centro derecha, frente a 532 del bloque de izquierdas.
Con este ambiente, el efecto inercia preocupa a los socialistas. El 26M arrastra una tendencia, y las urnas se abren para elegir a los candidatos de comunidades, ayuntamientos y representantes en la UE, lo que conlleva cierto peligro, teniendo en cuenta que esta votación es de circunscripción única, y eso permite un voto más ideologizado que útil.
Con el juicio del procés en plena ebullición, el voto de los desafectos y también la abstención pueden crecer. Más si salen a la luz las sinergias entre el plan del Gobierno y el plan de Quim Torra y de Carles Puigdemont para que Sánchez tenga Presupuestos Generales.
La vocación de continuidad
El pasado viernes, el jefe del Ejecutivo afirmó desde Moncloa que se mostraba confiado en agotar la legislatura y trabajar para que haya Presupuestos. Preguntado por su plan para conquistar el voto de los independentistas catalanes, el presidente no aclaró en que consistirá esa seducción, más allá del diálogo y los márgenes de la Constitución y el Estatuto.
Pero la vocación de Sánchez de continuar al frente del Gobierno se puede topar con la respuesta que piden PDeCAT y ERC antes del juicio del procés. Unos en modo diálogo, otros en modo monólogo, el presidente parece atrapado por la última petición de los secesionistas. Será lo que les interese a ellos, y el precio a pagar será elevadísimo. Y solo la desaceleración económica lo puede estropear más.