En un sector dominado por titanes y grandes alianzas estratégicas, una empresa familiar fundada por un capitán italiano ha conseguido auparse como rey de los mares. Hablamos de MSC, la mayor naviera del mundo. Nacida con un solo barco comprado de segunda mano, ha logrado tejer una red global, que hoy conecta 500 puertos en todo el planeta, moviendo millones y millones de contenedores al año.
Y se han atrevido a ir más allá, con una exitosa incursión en la industria de los cruceros, y una expansión hacia la logística terrestre y aérea. Es uno de los casos más representativos de crecimiento privado y familiar en la economía moderna, convirtiéndose en un actor estratégico sin inversión privada y los mismos dueños que el día que se inauguró, los Aponte.
El éxito de la compañía no se entendería sin su fundador, Gianluigi Aponte. Capitán de barco, integrante de una familia con siglos de historia en el comercio marítimo de Nápoles, empezó su carrera, precisamente, como patrón en un ferry de la empresa familiar, transportando pasajeros por el Mediterráneo. En uno de esos viajes conocería a la que se convertiría en su mujer, Rafaela Diamant, hija de un banqueri suizo-israelí. La pareja se casó, y Aponte abandonó durante un tiempo el mar, para dedicarse a las finanzas.
Pero en 1970, con los ahorros acumulados, su mujer como socia y un préstamo de unos miles de dólares, decidió fundar, en Bélgica, su propia naviera. La llamó Mediterranean Shipping Company, aunque pasaría a la historia como MSC. Empezó con un solo barco, el MV Patricia, un pequeño carguero de segunda mano comprado en Alemania. Tan solo un año después adquiriría el MV Rafaela, también de segunda mano. Con esta pequeña flota, comenzó una ruta entre el Mediterráneo y Somalia.
Con una estrategia muy astuta, Aponte se dedicó a comprar barcos de segunda mano, a precios muy bajos, que le permitían operar con tarifas muy inferiores a las de su competencia. Algunos de los buques adquiridos estaban en malísimo estado, vendidos incluso como chatarra. Con esta flota, cada vez más amplia, fue cubriendo rutas con poco servicio, priorizando siempre para sus clientes el precio respecto a la rapidez de entrega. Para finales de esa década, había extendido su área del influencia al norte de Europa, Sudáfrica y el Océano Índico.
Para esa época, también trasladó la sede de su compañía, de Bélgica a Ginebra, Suiza, donde se mantiene hasta hoy día.
El negocio de los cruceros
Viendo que la estrategia era buena, los 80 siguieron por el mismo camino, persiguiendo crecer de forma agresiva. Siguió adquiriendo barcos de segunda mano, abriendo nuevas rutas, que le llevaron a Estados Unidos y Australia... Con esta línea de negocio más que consolidada, convertida en menos de 15 años en una de las más importantes del mundo, decide diversificar el negocio. Así, en 1987, se lanza al transporte de pasajeros, inaugurando su línea de cruceros con la compra de un transatlántico, el Monterey, que convirtió en crucero.
Pero el verdadero salto lo daría poco después, con la adquisición de Lauro Lines, una naviera histórica, gran dominadora del Mediterráneo durante gran parte del siglo XX, pero que por una serie de malas decisiones acabó en quiebra. Con esta compra, MSC consiguió un segundo crucero, el Achille Lauro, que afianzó esta línea de negocio, que recibiría inicialmente el nombre de StarLauro.

A finales de los 80 también lanzó Medlog, un operador logístico que prestaba servicios de apoyo a toda la operativa de MSC, pero que también tenía como clientes a otras compañías. Tenía la sede en Amberes, Bélgica, pero rápidamente se empezó a expandir por las principales áreas de actuación de la matriz, con África como primer destino.
Sus primeros barcos
En 1994, la compañía dio un paso más, al encargar al astillero italiano Fincantieri su primer portacontenedores de nueva construcción, el Alexa, que sería entregado en 1996. Fue el comienzo de una nueva etapa, en la que los nuevos buques fueron protagonistas. En tan solo unos años encargaron 15, que estaban entre los más grandes del mundo, destinados a operar entre Europa y Asia. Por aquella época también compra SNAV, una naviera de hidroplanos y ferrys que conectan las principales islas italianas. Y, además, renombró StarLauro como MSC Cruceros, para la que también encargaron nuevos barcos, convertida en la línea de negocio principal de expansión para la compañía. Fueron años muy intensos.
En este proceso de crecimiento y soluciones globales, en el año 2000 fundó TiL, una empresa de gestión de terminales portuarias, que en tan solo 25 años se ha convertido en una referente del sector, con más de 66 terminales en 33 países.
Fue el pistoletazo de salida del siglo XXI, una etapa que se ha marcado por un proceso de expansión aún más agresivo, con más buques, más barcos y nuevas líneas de negocio. En 2011, la compañía alcanzó una capacidad total de 2 millones de TEU, con 444 buques. Un auténtico hito.

En 2014, Gianluigi cedió los cargos de presidente y CEO a su hijo Diego Aponte, aunque se mantuvo como presidente ejecutivo, supervisando todas las actividades y apoyando a su hijo en el nuevo reto. Por su parte, su hija Alexa fue nombrada directora financiera de la compañía.
Al mismo tiempo, se botó el MSC Oscar, que era, en aquel momento, el buque más grande del mundo, con capacidad para transportar más de 19.000 contenedores de carga. La guerra desde entonces entre la propia MSC, la coreana HMM y la china Evergreen por tener el honor de poseer el buque más grande del momento ha sido encarnizada. Hablamos de buques de más de 400 metros de eslora, y capacidades extraordinarias. En la actualidad, el ganador sigue siendo MSC, gracias al Irina, inaugurado en 2023, y que tiene una capacidad de más de carga de más de 24.000 contenedores. Por ponerlo en perspectiva, los más grandes a principios de siglo tenían unos 5.000 TEU.
Trenes y aviones
En esa época también dio el salto al transporte de mercancías por ferrocarril, con la adquisición de la portuguesa CP Carga, a través de Medlog, y convertida en la compañía ferroviaria del grupo.También está aliada, en España, con Renfe Mercancías, siendo socios industriales. En 2017, se hizo con un porcentaje de Messina Line, una naviera italiana, especializada en rutas marítimas de corta duración, entre Italia y África.
En 2020 nombró un nuevo CEO, Søren Toft, la primera persona ajena a la familia Aponte en alcanzar un cargo ejecutivo. Reportaría directamente ante Diego, presidente, y Gianluigi, que pese a su edad se mantiene activo.
Ese año 2020 fue muy importante, porque la pandemia provocada por al Covid provocó una crisis que disparó los precios de los fletes, aumentando los ingresos de la compañía a niveles nunca vistos.

En esa época también se convirtió, oficialmente, en la naviera más importante del mundo, tanto por el tamaño de su flota como por capacidad de transporte de contenedores. Pero eso no detuvo la compañía.
Adquirió, por 5.700 millones, la filial logística del grupo africano Bolloré. Lanzó Explora Journeys, una nueva marca de cruceros, especializada en viajes de ultra lujo. Y se hizo con Gram Car Carriera, una empresa noruega dedicada al transporte de vehículos a motor, que compró por 700 millones, pensando en el potencial de las exportaciones de coches de China.
Una vez convertida en la auténtica reina de los mares, MSC ha empezado a mirar a otros sectores. Por ejemplo, también ha lanzado su propia aerolínea, MSC Air Cargo. Y ha reforzado su servicio ferroviario con la adquisición de un 50% del grupo italiano NTV, especializado en el transporte de pasajeros.
Hospitales, un periódico y multimillonarios
Y, por primera vez, ha incursionado fuera del mundo de los transportes, con la adquisición de un grupo de hospitales en Sudáfrica, y también un grupo editorial de Genova, poseedor del periódico Il Seculo XIX.
Las cifras del grupo impresionan. Cuentan con más de 900 buques, más de 200.000 empleados por todo el mundo, y dominan 300 rutas. Domina el 20% del mercado de los mares, la cifra más alta jamás registrada por una sola compañía.
Más de medio siglo después de su primer viaje, MSC ya no solo es que lidere el transporte marítimo mundial, sino que, además, cuenta con una visión empresarial poco común, en un mundo dominado por conglomerados financieros. La familia Aponte, una de las más ricas del mundo y la más rica de Suiza, es la única dueña del destino de la empresa.