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La estafa del aceite para ensaladas y el nacimiento de la leyenda de Warren Buffett

  • Tino de Angelis solicitaba créditos poniendo como garantía falsas reservas de aceite vegetal
  • La principal víctima del fraude fue American Express, obligada a asumir préstamos incobrables
  • Se hundió en bolsa y Buffett aprovechó para hacerse con un importante paquete de acciones
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En 1963, un ambicioso empresario del Bronx, llamado Tino de Angelis, protagonizó uno de los fraudes más impactantes de Wall Street: el escándalo del aceite de ensalada. Mediante tanques vacíos, disfrazados con una fina capa de aceite vegetal, logró engañar a bancos, aseguradoras y al sistema de certificación de mercancías, provocando pérdidas millonarias y desatando un pánico en los mercados.

Una de las víctimas colaterales de esta estafa fue American Express, cuyas acciones se desplomaron después de verse involucrada en el escándalo. Pero mientras todos huían, un joven inversor, llamado Warren Buffett, vio una oportunidad: apostó gran parte de su capital en la compañía, aprovechando su debilidad. Una jugada que marcaría el inicio de su leyenda como el inversor más importante del siglo XX.

Anthony 'Tino' de Angelis era una persona que ya tenía experiencia en el mundo de los fraudes alimentarios. Nació en 1915 en el Bronx, en Nueva York, en el seno de una humilde familia de inmigrantes italianos. Dejó pronto los estudios, para entrar a trabajar en una carnicería. Gracias a esa experiencia pudo fichar por la empresa cárnica de Adolf Gobel, considerado el rey de las salchichas de Brooklyn. En esta compañía, una de las más importantes del sector en la ciudad, fue ascendiendo profesionalmente, hasta convertirse en presidente, además de dueño de un importante paquete de acciones.

Y ahí empezó el problema. Al mando de la compañía, descubre el Programa Federal de Almuerzos escolares, creado por el Gobierno para ofrecer almuerzos gratis o a bajo precio a los niños de las familias más desfavorecidas. Cerró un importante contrato para convertirse en proveedor de carne para este programa, pero tuvo dos problemas. El primero, que trató de cobrar 31.000 dólares adicionales al Estado, que equivaldrían a unos 300.000 dólares actuales. El otro, el más grave, que les entregó 900.000 kilos de carne que no habían superado los procesos de inspección básicos y podía estar en mal estado.

Una nueva estafa

Fue un auténtico escándalo, que acabó con De Angelis denunciado y la empresa quebrada. Pero de aquella mala experiencia el empresario sacó un importante aprendizaje que le cambiaría la vida: la existencia de los programas del Gobierno, que eran un plan magnífico para ganar dinero fácil.

Con esta idea en mente, funda Allied Crude Vegetable Oil Refining, que busca participar en el Programa de Alimentos para la Paz, impulsado por el Gobierno estadounidense. Este programa consistía en vender a los países europeos los excedentes alimentarios, a bajo precio, para apoyar a sus debilitadas economías de postguerra.

En los primeros años, la empresa de De Angelis vendió a Europa importantes cantidades de mantequilla vegetal y otros productos elaborados con aceites vegetales. Y tuvo tanto éxito que expandió su negocio al algodón y la soja.

Anthony De Angelis
Anthony de Angelis.

En 1962, su empresa tenía tal control sobre el mercado de materias primas que pensó que podría monopolizar el mercado del aceite de soja. Calculaba que así podría elevar los precios, lo que a su vez elevaría el valor de sus enormes inventarios de materias primas. El plan perfecto. El obstáculo era que necesitaba una gran cantidad de dinero, y para obtenerlo recurrió a créditos bancarios, utilizando precisamente sus inventarios como garantía.

Uno de las empresas que prestó dinero a De Angelis fue American Express, que precisamente por esa época había lanzado una nueva división, especializada en inventarios agrícolas y materias primas, que concedía créditos utilizando las reservas como garantía. Era la víctima perfecta. El empresario era un nuevo cliente, y le dieron un préstamo importante que tenía como respaldo los millones de barriles de aceite vegetal que decía tener.

Los estafadores nunca se reinsertan, solo aprenden de sus errores para defraudar más dinero en su siguiente operación. Y eso hizo De Angelis. Viendo que estaba ganando dinero fácil, empezó a pedir más y más dinero a las distintas entidades financieras, con su aceite como garantía. El problema es que no tenía tanto aceite como le decía a los bancos. Y no le quedó más remedio que empezar a falsificar los recibos de almacenaje.

El engaño de los tanques

No era tan fácil. American Express, y otros prestamistas, enviaron inspectores a comprobar los tanques y asegurarse de que De Angelis poseía la cantidad de aceite que decía tener. La solución la encontró en la ciencia. Como el aceite flota encima del agua, lo que hizo fue llenar sus tanques de agua, dejando una capa de aceite en la superficie, que es lo que los inspectores estudiaban.

Si se hubieran esmerado un poco más en la investigación, los expertos de American Express se habrían dado cuenta de que las reservas que decía tener De Angelis eran superiores a todas las que había en Estados Unidos. No tenía sentido. Antes de que el escándalo estallase, había logrado préstamos de un total de 51 compañías.

Tras varios errores, incluyendo intentos de sobornos, fallos en las entregas y diversos chivatazos, los inspectores fueron finalmente alertados del fraude, procediendo a una investigación más exhaustiva, en la que encontraron el agua en los tanques. Allied Crude decía tener aceite por valor de unos 150 millones de dólares... pero en realidad la cantidad total no llegaba a 6 millones. La situación era insostenible. A mediados de noviembre de 1963, en tan solo tres días, el mercado de futuros del aceite de soja se desplomó. A Allied no le quedó más remedio que declararse en quiebra, incapaz de hacer frente a las exigencias de los acreedores.

Tarjetas de American Express
Tarjeta Platinum de American Express. | Imagen: Dreamstime

La bolsa de Nueva York empezó a hundirse, y las empresas más afectadas por el escándalo detuvieron su cotización, para tratar de detener la sangría. Por si fuera poco, a finales de esa semana se produjo el asesinato de Kenedy, que supuso el golpe definitivo para los mercados. Se vivieron momentos de pánico, que hizo que la cotización finalizase a las 14.07, poniendo fin a uno de los momentos más duros de Wall Street. El cierre de la bolsa durante dos días, provocada por el asesinato presidencia, dio el respiro necesario para solucionar la crisis provocada por De Angelis y su estafa.

El empresario acabó condenado a 7 años de cárcel, que no llegó a cumplir íntegros, y aún tendría tiempo tras salir de la cárcel a cometer un nuevo fraude, ahora con un sistema Ponzi más tradicional. Muchas de las empresas afectadas se vieron condenadas a la desaparición, sin poder solucionar el agujero provocado por esta estafa. Y otras sobrevivieron gracias a los sistemas de apoyo ideados por los expertos de Wall Street.

Pero la empresa más perjudicada por 'el escándalo del aceite para ensaladas', como se popularizó esta estafa, fue, sin duda, American Express. El banco se quedó a cargo de los préstamos incobrables de De Angelis, después de que este se declarara en bancarrota. Supuso un golpe de más de 100 millones de dólares, que equivaldrían a unos 1.000 millones actuales. El precio de las acciones de la compañía se hundió rápidamente, llegando a perder la mitad de su valor en tan solo unos días.

La primera gran inversión de Warren Buffett

Pero mientras Wall Street señalaba al banco como un apestado, vendiendo sus títulos masivamente, llegó un inversor de Nebraska, llamado Warren Buffett, que vio una oportunidad. Su fondo contaba con poco más de 30 millones de capital, logrados a partir de sus propios ahorros y de las aportaciones de sus vecinos. Su peso en el mercado era minúsculo, pero se dio cuenta de que el problema de American Express era temporal, que la compañía era sostenible, y que sus principales ventajas competitivas no se vieron comprometidas por la estafa.

Confiando en su criterio, empezó a comprar acciones de American Express, hasta hacerse con un 5% de la compañía por unos 20 millones de dólares. Era una operación que entrañaba riesgo, pero no tardó mucho tiempo en demostrar que tenía razón, pues el precio de los títulos del banco empezaron a subir rápidamente. En 1968 el precio ya se había multiplicado por 5. Para 1973, por 10.

Un joven Warren Buffett leyendo el periódico
Un joven Warren Buffett leyendo el WSJ, a mediados de la década de los 60. | Imagen: The Durham Museum

Creció tanto que, en su punto álgido, llegó a representar el 40% de la cartera de Buffett, convirtiéndose en una de las posiciones más grandes que ha tenido. Fue la primera gran inversión del 'Oráculo de Omaha', y aún hoy una de las mejores que ha llevado a cabo.

La compañía, actualmente, tienen un valor de 200.000 millones de dólares, y Buffett, a través de su vehículo de inversión, controla el 21,6% de la misma. Es una de sus 5 apuestas más importantes del fondo, junto con Apple, Bank of America, Cocacola y Chevron. Y es la compañía con la que empezó a forjar su leyenda como el mejor inversor del siglo XX.

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