Países Bajos se ha convertido en una de las mayores potencias mundiales en el sector agroalimentario. Este pequeño país, del tamaño de Aragón, exportó productos por valor de 95.600 millones de euros en 2020, tanto como España, Italia y Portugal juntos.
Ni la pandemia, ni la crisis económica, han hecho descarrillar al campo holandés, que se consolida como el segundo más importante de mundo, solo por detrás de Estados Unidos. Es cierto que una parte de esas exportaciones son alimentos que han sido importados previamente, debido a que es centro de distribución en Europa, pero las exportaciones netas siguen siendo las más elevadas de Europa.
Lo que sí ha pasado en el último año es que el volumen de las exportaciones caía ligeramente, aunque la subida de los precios compensaron las cuentas, permitiéndoles alcanzar cifras récord de nuevo, según un informe encargado por el Ministerio neerlandés de Agricultura, Naturaleza y Calidad de los Alimentos.
¿Pero cómo han logrado los Países Bajos convertirse en una potencia agroalimentaria mundial? Solo se entiende gracias a los años de investigación y desarrollo de nuevas técnicas, al incremento de la inversión en I+D y a la aplicación de tecnología.
Este espíritu innovador baña a todo el sector agroalimentario. Tanto que han desarrollado lo que se conoce como Food Valley, una especie de Silicon Valley de la agricultura, que cuenta con el respaldo de Universidad de Wageningen, una de las instituciones líderes en la investigación sobre tecnología agrícola.

Las regiones agrícolas de Países Bajos presentan una curiosa panorámica si se observan desde el cielo: los campos están cubiertos de modernos invernaderos. Reflejan la luz del sol por el día, y se iluminan por la noche. Estos espacios de cultivo están climatizados, lo que permite que un país del norte de Europa sea una potencia mundial en el cultivo de patatas, cebollas, tomates o fresas.
Pero lo más importante es que el espacio que necesitan para producir frutas o hortalizas no es grande. Por ejemplo, para las fresas. Entre 2006 y 2017, el área de cultivo dedicado a esta fruta disminuyó considerablemente. Pero la producción aumentó casi un 50% durante ese periodo. Ahora casi todas las fresas se cultivan en espacios cerrados, ya sea en invernaderos o en politúneles, que son espacios en forma de túnel cubiertos de plástico o de cristal.
Y las fresas son solo un ejemplo. Lo mismo pasa con los tomates, las cebollas o las patatas. Gracias a estas innovadoras técnicas, un metro cuadrado neerlandés produce el doble de patatas que en el resto de países de media. Así se ha convertido en el mayor exportador de patatas del mundo, mientras que España solo es el décimo.
Iluminación LED y menor uso de agua y productos químicos
Una de las claves es el uso de la iluminación LED, que permite el cultivo las 24 horas. Técnicas que usan una cantidad inferior de agua y productos químicos respecto a los cultivos tradicionales. Y los resultados son infinitamente superiores.
Estos cambios en la forma de trabajar empezaron a desarrollarse hace casi dos décadas. Varias organizaciones y el sector público lanzaron un programa agrícola bajo el lema 'el doble de comida con la mitad de recursos'. Y lo han logrado: producir mucho más con menos, y reduciendo el uso de pesticidas y fertilizantes químicos.