
JP Morgan ha sufrido numerosos percances en su historia. Solo en los últimos años ha visto cómo atentaban cona una de sus oficinas en Atenas, cómo sufría el mayor hackeo de la historia, o cómo debía pagar una multa millonaria por su papel en la estafa de 'Bernie' Madoff.
Pero todo son minucias si se compara con el gran ataque de su historia: un atentado bomba que pusieron en la sede del banco hace más de 100 años. El 16 de septiembre de 1920 un carruaje se paró en la puerta de la sede del banco, en el 23 de Wall Street. Estalla, y mata a 38 personas, además de herir a otras 400. Fue el atentado terrorista más grave y sangriento en Nueva York hasta el 11S.
No es un edificio cualquiera. Es quizá el símbolo más reconocible de Wall Street, salvando la propia bolsa de Nueva York. Cuando los millonarios competían por levantar los rascacielos más altos, JP Morgan, el hombre más rico de la ciudad, apostó por construir un edificio de cuatro plantas en la zona más cara. Una verdadera muestra de poder.
El atentado se produjo a la hora del descanso para comer, lo que incrementó el número de víctimas. Pero pese a producirse a plena luz del día, el episodio nunca fue esclarecido. La policía de Nueva York, los servicios secretos y la oficina de investigación (antecesores del FBI) se encargaron de la investigación.
Pero tuvieron muchos problemas. La falta de un objetivo claro y la cantidad de víctimas inocentes hicieron que en un primer momento incluso valorasen la posibilidad de que hubiera sido un accidente.La potencia de explosivo dejó los restos de artefacto inservibles. Los componentes de la bomba era fáciles de adquirir. Ningún testigo pudo dar información útil, y en algunos casos hasta se contradecían. Por si fuera poco, la bolsa de Nueva York, y el propio banco, decidieron continuar con su actividad al día siguiente. Para no dar mala imagen ante sus clientes, esa noche toda la calle fue recogida y limpiada, destruyendo pruebas.
Enemigos del capitalismo
Pero por la ubicación donde se produjo, pronto quedó claro que el objetivo eran Wall Street y JP Morgan. Tenían que buscar entre los principales enemigos del capitalismo. Socialistas, anarquistas, bolcheviques o comunistas se convirtieron en sospechosos. Ideas reforzadas después de encontrar en un buzón cercano panfletos con propaganda anarquista. Las autoridades descartaron la hipótesis del accidente y se centraron en buscar al culpable.
Sin embargo, tras tres años de investigación, no descubrieron nada. Cerraron el caso en 1940. En el año 1944 el FBI lo reabrió, también sin éxito. Concluyó que el culpable, probablemente, pertenecía a un grupo de anarquistas italianos, que ya contaban con experiencia en atentados, aunque a menor escala.
La realidad es que, un siglo después, el caso sigue sin resolverse.