Opinión

No caiga presa del estresante ciclo del punto de equilibrio

  • Capear un mercado bajista siempre es deseable, pero no imprescindible
  • El Ibex 35 es un índice bien diseñado, pero es estrecho, así que, para maximizar la diversificación, mejor elija un índice mundial, como el MSCI World
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¿Cómo debemos actuar cuando los mercados recuperan el terreno que habían perdido en un retroceso anterior? Ante la falta de una tendencia clara en la bolsa española tras los nuevos máximos y el estancamiento de las bolsas mundiales, la inquietud no deja de crecer. Los que están dentro del mercado se preguntan si deberían salir de él y los que están fuera se cuestionan si ahora es el momento perfecto para invertir. Al margen de la coyuntura bursátil, lo que realmente debería guiar las decisiones de los inversores son sus objetivos y necesidades a largo plazo, y no en qué cota se sitúa un índice.

Cuando las acciones se recuperan de una contracción, muchos inversores son víctimas de un fenómeno que denomino el síndrome del punto de equilibrio. Algunos inversores venden durante las caídas y esperan a que los mercados recuperen el terreno perdido durante el retroceso anterior. Pero incluso cuando lo consiguen, son aprensivos a volver a invertir; alegan que, a su juicio, se han revalorizado desmesuradamente en muy poco tiempo. Por otro lado, los inversores que permanecieron en el mercado prefieren evitar la siguiente corrección; piensan que, como no perdieron dinero la primera vez, lo más sensato sería vender ahora en caso de que las acciones vuelvan a depreciarse. Ambas formas de actuar acarrean un riesgo demasiado grande.

Pregúntese cuál es el motivo por el que invierte. Seguramente no lo hace para volver a los niveles vistos antes de la corrección de principios de 2025 y luego dejar su cartera en efectivo. Probablemente tenga algún plan de futuro, como jubilarse, ayudar a sus hijos o nietos, seguir un determinado estilo de vida, viajar o disfrutar de una vida más cómoda que la que vivieron sus padres. Esos objetivos, y su horizonte temporal, son los factores decisivos a la hora de invertir. Son los que determinarán la finalidad de la inversión, ya sea aumentar su patrimonio, disponer de un flujo de efectivo o incluso una combinación de ambas opciones. El horizonte temporal de su inversión es el tiempo durante el cual necesitará sus activos. Puede coincidir con su esperanza de vida o prolongarse más allá de ella, dependiendo de la edad de su cónyuge y de cómo haya planeado su herencia.

Si su horizonte temporal es a largo plazo y su necesidad de crecimiento es elevada, deberá asignar una mayor ponderación de su cartera a acciones que le ofrezcan una rentabilidad más alta. Si necesita liquidez, cuenta con un horizonte temporal más corto o no quiere tener que lidiar con los vaivenes del mercado, también deberá asignar una parte de su inversión a títulos de renta fija. Esta combinación de renta variable, renta fija y otros valores constituirá su asignación de activos. El siguiente paso consistirá en elegir un índice de referencia amplio y bien diseñado que la represente. El Ibex 35 es un índice bien diseñado, pero es estrecho, así que, para maximizar la diversificación, mejor elija un índice mundial, como el MSCI World. Este índice le servirá de modelo para su cartera y como indicador de rentabilidad.

Los resultados históricos de su índice de referencia deben corresponderse con sus objetivos a lo largo de su horizonte temporal, independientemente de los episodios de volatilidad que surjan por el camino. De esta manera, alcanzará sus metas sin necesidad de evitar las caídas. Por supuesto, capear un mercado bajista siempre es deseable, pero no imprescindible. No obstante, necesitará unas rentabilidades a largo plazo similares a las del índice de referencia. De ahí que, por defecto, estará posicionado en renta variable, no en efectivo, y no podrá obtener la rentabilidad necesaria para sus propósitos si sale del mercado durante los ciclos alcistas.

Los inversores que sufren el síndrome del punto de equilibrio hacen lo contrario. Buscan un catalizador alcista, como si sus objetivos no fueran razón suficiente para invertir. No podrían estar más equivocados. Es para salir del mercado para lo que se necesita una razón inequívoca, no para entrar; un argumento indiscutible que les convenza de que se desplomará y durante mucho tiempo. Los mercados descuentan todos los eventos previstos y ampliamente conocidos, por lo que, para que esto suceda, es necesario un gran acontecimiento negativo que la mayoría haya pasado por alto. Los aranceles, el conflicto de Oriente Medio y los escándalos del PSOE, entre otros acontecimientos mediáticos, no cuentan, ya que las acciones ya los han incorporado en sus cotizaciones.

Perder rentabilidad es devastador. No solo significa quedarse sin el repunte en tiempo real, sino también sin el crecimiento compuesto posterior. De hecho, hace diez años, las acciones sufrieron una caída de alrededor del 20 % hasta el 11 de febrero de 2016. Tras un gran rebote, las bolsas mundiales recuperaron el punto de equilibrio el 8 de diciembre de ese año. Sin embargo, reinaba el miedo entre los inversores, que temían la elección de Donald Trump en Estados Unidos, las subidas de tipos de la Reserva Federal y, en España, la división política.

Imaginemos dos inversores hipotéticos: Antonio y Carmen. Ambos disponen de carteras de renta variable diversificadas globalmente por valor de 1 millón de euros ese día de 2016 en que se llegó al punto de equilibrio. Mientras que Antonio, afectado por el síndrome, optó por salir del mercado, Carmen, paciente y disciplinada en sus objetivos, se mantuvo firme. Seis meses después, el MSCI World se había revalorizado un 4,9 %. Carmen tenía 1 049 000 euros. Al ver la subida, Antonio creyó que se trataba de un momento de claridad (error, eso no existe) y reinvirtió un millón. Antonio ignora las ganancias perdidas y la posible capitalización posterior, de modo que cree haber actuado correctamente.

Desde entonces, Carmen y Antonio han atravesado todos los vaivenes de la pandemia, el fatídico 2022, y otros altibajos, y han logrado replicar la rentabilidad del 126,5 % del MSCI World. El valor actual de la cartera de Carmen es de 2 377 148 euros, mientras que la de Antonio, 2 265 000 euros. Debido al síndrome del punto de equilibrio, Antonio ha perdido más de 100 000 euros. Un error caro, destructivo e innecesario. Cuanto más largo es el horizonte temporal, mayor será la rentabilidad acumulada que perderá. Caer presa del punto de equilibrio realmente puede pasar factura. Evítelo y piense en los numerosos máximos a los que probablemente asistirá a lo largo de su extensa trayectoria inversora.

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