
En cuestiones de seguridad, la Unión Europea no habla colectivamente con una sola voz y los Estados miembros están muy lejos de tener los mismos objetivos en materia de defensa. Sin embargo, tras la invasión rusa de Ucrania y la perspectiva de un segundo mandato de Trump, es necesario hacer más a nivel de la UE. Lo que eso implica depende del país en el que uno se encuentre. El resultado es un debate confuso y que tira en muchas direcciones.
¿De quién es esta guerra?
Desde el comienzo de la invasión rusa, el apoyo de la UE a Ucrania siguió la narrativa de una amenaza existencial. "Vuestra guerra es nuestra guerra", dijo y sigue diciendo la UE a Ucrania. Por esta razón, tal vez la sugerencia del presidente Macron de enviar "tropas occidentales" a Ucrania no sea una idea descabellada. Y no es el único que lo sostiene. El primer ministro estonio, Kaja Kallas, argumentó que "todo debería estar sobre la mesa" para dar la señal correcta a Rusia.
Pero cuidado con las amenazas vacías. En nuestro fervor por apoyar a Ucrania con palabras y medios por su postura contra su agresor, ¿hemos hecho de ésta nuestra guerra? La opinión pública de la UE sigue apoyando la causa que defiende Ucrania, pero dos años después también considera la guerra una carga económica. El vicecanciller alemán Robert Habeck no dejó lugar a malentendidos cuando ofreció un "consejo" a sus homólogos franceses instándoles a "...suministrar más armas" si realmente querían ayudar a Ucrania. Estados Unidos parece igualmente intransigente con el uso de tropas terrestres en el marco de la OTAN.
¿Qué queremos decir con más?
La UE gasta en defensa una media del 1,5% de su PIB, el equivalente a 240.000 millones de euros. Es la mitad de lo que gasta EE.UU (3% del PIB), pero esa comparación no aporta información sobre lo que la UE puede hacer como tal. Como la defensa es estrictamente nacional tanto en medios como en objetivos, hay un grado considerable de duplicación. Pero lo más importante es que no se tiene en cuenta la interoperabilidad militar, lo que significa que lo que podría utilizarse en conjunto con los medios disponibles simplemente no es la suma de sus partes.
Los Estados miembros se preocupan de manera muy diferente por la defensa si juzgamos por sus presupuestos. En 2022, estos oscilan entre un máximo del 3,9% del PIB en Grecia y un mínimo del 0,2% del PIB en Irlanda. Todavía en 2022, sólo 5 países de la UE superaron el umbral del 2% del PIB de las obligaciones de la OTAN, aunque este año se espera que un total de 18 miembros de la OTAN gasten más del 2% del PIB (incluido EEUU).
No es de extrañar que la mayoría de los países con grandes presupuestos de defensa (y, de hecho, con servicio militar obligatorio) se encuentren al otro lado de la frontera oriental de la UE. Al igual que con las oleadas migratorias desde 2015, la geografía define lo que se hace y quién soporta la carga. Pero una UE que quiera dar la señal correcta ante una posible amenaza del Este necesita hacerlo mucho mejor, mediante la coordinación y la interoperabilidad, antes de poder hacer más de forma creíble. Como dijo la primera ministra danesa, Mette Frederiksen:
Si el mundo está cambiando en la dirección en que creo que lo hará, entonces no puedes gastar tu penique, o tu dólar, o tu euro, o tu corona dos veces".
¿Cuál es entonces el gran plan?
En su último discurso sobre el estado de la Unión, la presidenta de la Comisión Europea, la señora. von der Leyen, expresó su ambición de elaborar una Estrategia Industrial Europea de Defensa (SEDA). No cabe duda de que una mayor coordinación y cooperación en materia de defensa puede beneficiarse de una estrategia coherente que se elabore lo antes posible para llegar a tiempo. Pero no es la señal que la UE debe dar a Rusia cuando la guerra de Ucrania entra en su tercer año.
Además,el concepto de estrategia industrial sugiere que formará parte de un plan económico para promover una determinada industria, en este caso la de defensa. Si la UE desea seriamente defenderse de una amenaza no trivial de Rusia, debe ser autosuficiente en la producción de defensa. Los objetivos económicos que sustentan una estrategia industrial que optimiza las cadenas de suministro y se basa en la igualdad de condiciones son de segundo orden cuando el objetivo es la seguridad y la defensa. Inevitablemente, dado que la UE gasta actualmente cerca de la mitad de su presupuesto de defensa en Estados Unidos, debe considerar lo que esto supondrá para su relación transatlántica. Aquí no hay medias tintas. O la UE se toma en serio la defensa y elimina dependencias, o deja que cada país decida por sí mismo.
Rusia gastó el 3,9% de su PIB en defensa en 2023 y se espera que gaste el 6% de su PIB en 2024. La UE no puede igualar estas cifras. Pero la UE tampoco está en guerra, y hay que hacer todo lo posible para que siga así. Una actuación creíble requiere, en primer lugar, apoyar a Ucrania con todos los medios posibles y, en segundo lugar, coordinar las capacidades nacionales de defensa, al menos en parte. Es imposible una alineación total de las políticas de defensa, pero sí cierta coordinación. Esto transmitiría el mensaje adecuado a Rusia. Hablar de enviar tropas a Ucrania o de cómo diseñar una gran industria de defensa no es creíble o no aborda lo que se necesita inmediatamente.