Opinión

Davos, de la policrisis a reconstruir la confianza

  • Este foro debería preocuparse antes de las amenazas a la información libre y veraz
Pedro Sánchez en el Foro Davos 2024. EFE FOTOS

Reconstruyendo la confianza. Ese es el lema que los organizadores del Foro Económico Mundial de Davos han elegido para la edición de este 2024, sustituyendo al fallido de la policrisis que fue el eje fundamental de los debates del pasado año, y que a la vista de la realidad, no sólo no ha servido para eliminar o mitigar los múltiples conflictos políticos, económicos y bélicos del planeta sino que se han incrementado y agravado.

Foro de Davos, con ausencia de los principales actores del escenario mundial y que entre las reconstrucciones de confianza que pretende tiene como elemento clave la regulación de la inteligencia artificial y la creación de organismos de control de esta nueva disciplina que amenaza directamente a la libertad de información, la verdad y el derecho a la privacidad.

Claro que, probablemente, antes que abordar las consecuencias negativas de la inteligencia artificial, con anterioridad o al menos paralelamente deberían interesarse y preocuparse por intentar atajar las graves amenaza que sobre la comunicación y el derecho a una información libre y veraz se están produciendo ya, desde la inteligencia natural de determinados gobiernos y organizaciones políticas y sociales.

Decía el político y diplomático británico, Lord Ponsonby, que "la verdad es la primera víctima en una guerra", aludiendo a la manipulación de la información en los conflictos bélicos y como constatación de que la verdad suele ser la primera víctima de la propaganda y la desinformación. Un axioma que se cumple inexorablemente y no sólo en tiempos de guerra, sino también como práctica cotidiana y proverbial de políticos y gobiernos populistas, para encubrir su falta de ideas, programas y argumentos.

Ejemplos los tenemos en demasía y a diario. La Venezuela de Maduro, la Rusia de Putin, la Nicaragua de Ortega, o la Corea de Kim Jong-un, son algunos modelos paradigmáticos. Pero también en países que se incluyen en el área de las democracias occidentales y en partidos que se autocalifican de progresistas el acoso a los medios de comunicación y los profesionales independientes, la adulteración de la verdad y la prostitución de la información es un ejercicio habitual y consentido.

Y esto es lo que está ocurriendo aquí en este país donde la tentación controladora e intervencionista de un Gobierno, especialista en propaganda, acaba de protagonizar un nuevo atentado contra la libertad de expresión, al pedir al Congreso, al Senado y a los parlamentos autonómicos que retiren las credenciales a informadores, mientras el PSOE, siguiendo el ejemplo de Vox -los extremos se tocan- ha retirado la acreditación que permite acceder a los actos organizados por el partido a todos los medios de comunicación que retransmitieron la protesta organizada junto a la sede nacional del partido en Ferraz la pasada Nochevieja; en la que se apaleó un muñeco que representaba al presidente del Gobierno. Para lo cual insta a la colaboración de las asociaciones de la prensa y otras instituciones representativas de los periodistas como si estas organizaciones fueran un instrumento de la censura del Gobierno. Asociaciones que, por cierto todavía no han hecho nada en defensa de los profesionales.

Precisamente el mismo Pedro Sánchez que arrancaba su campaña electoral el pasado verano recuperando sus ataques a la prensa y a los empresarios como arma electoral, definiendo a los medios de comunicación, durante una entrevista en La Sexta, como terminales mediáticas de los intereses de la derecha política que buscan a través de la "manipulación, la mentira y la maldad" desprestigiar las acciones del gobierno. Y que en el verano de 2021 elaboraba un anteproyecto de Ley de Seguridad Nacional que incluía la obligación de los medios de comunicación de "colaborar con las autoridades competentes en la difusión de informaciones de carácter preventivo u operativo". Lo que en román paladino significa que el Gobierno se carga de un plumazo la libertad de expresión que garantiza el artículo 20 de nuestra Constitución. Añadir a esto la exclusión de los viajes presidenciales de periodistas de ABC o la chulería y el desprecio a los informadores de Patxi López y el ministro encargado del transporte.

Señores de Davos, gobernantes, empresarios y demás convidados al festejo, como dice sabiamente el refranero español "al entrar en Abuzaderas, lo primero que se ve son las ventanas abiertas y la casa sin barrer".

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